Paz y Bien.
"La Navidad en el interior de la Basílica del Santo Sepulcro, en Jerusalén, es verdaderamente una experiencia única, especial, extraordinaria. La comunidad franciscana que vive en el interior de la Basílica, en un ambiente totalmente silencioso e íntimo, celebra a medianoche una liturgia única en el mundo: Dirigiéndose en procesión hacia la Tumba, el superior lleva consigo la imagen del Niño Dios, la cual será colocada durante toda la celebración sobre la lápida de la Tumba Vacía. Y es esto lo que la hace única y especial. Aquel Niño radiante, risueño, que hoy colocamos sobre la Piedra, algunos años después será igualmente depuesto sobre la losa fría de la muerte. El mismo Niño que hoy sale del Edículo para ser puesto entre los brazos de María y José en el pesebre, algunos años después saldrá victorioso para hacernos partícipes de su Resurrección. Así, el Misterio de la salvación es contemplado en toda su plenitud en un único momento. El Hijo de Dios, que por amor al género humano se hizo hombre y que por amor se entregó a la muerte para resucitar al tercer día tras día dejando atrás la Tumba Vacía." Fr. Salvador Rosas.
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