¡Subamos
al Monte de la Misericordia!
“En
este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas
heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas
con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida
atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la
habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad,
en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las
miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas
privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito
de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a
nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra
amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y
juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar
campante para esconder la hipocresía y el egoísmo”.
Papa
Francisco. M. V. 15
Subamos
al monte del Señor...
Altar del Monte Calvario |
“Jesucristo
es el rostro de la misericorda del Padre… ella se ha vuelto viva,
visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret… quien con su
palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia
de Dios”.
(MV 1). Cristo encarna y personifica la misericordia.
Para
que lleguemos a penetrar en este misterio el papa Francisco abrió
las puertas al Jubileo Extraordinario de la Misericordia, y podamos
comprender que ésta es “fuente de alegría, de serenidad y de paz,
condición para nuestra salvación”. Una invitación a penetrar en
el amor de Dios, que ha entregado a su Hijo “para
que el mundo tenga vida por medio de El”.
Porque la misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de
revelar el misterio del amor divino en su plenitud: “Dios
es amor”. “Ved que amor nos ha tenido el Padre”…
La
persona de Cristo no es otra cosa que amor. Un amor que se dona
gratuitamente y que se ha hecho visible y tangible a lo largo de su
vida en la compasión manifestada ante las necesidades de cuantos se
acercan a él. La vida pública de Jesús es todo un despliege de
amor y misericordia que se vuelca ante todas las formas de miseria
humana y con todos los que tenían necesidad de piedad, de
comprensión y de perdón. “Salía de él un poder que sanaba a
todos”. Pasó haciendo el bien, como resume su vida san Pedro en
Cesarea.
En
el Viernes Santo comprendemos todo el gesto de la generosa entrega de
Cristo. El misterio del amor de Dios se cumplía en la cruz. Jesús
sube al calvario para mostrar la entraña misericordiosa del Padre, y
entregar la vida por el gran amor con que nos amó. Jesús ponía en
práctica lo que había dicho poco antes de padecer:
“nadie
tiene amor más grande que el que entrega la vida por sus amigos”.
Monte Sinaí |
Monte Hermón |
Monte Tabor |
… En
la Tierra de la Misericordia
Tierra
Santa es la tierra de la Misericordia. Ante la opresión del pueblo
hebreo en Egipto, dios se manifiesta como Misericordia en la zarza
ardiente ante Moisés: “El
clamor de los hijos de Israel ha llegado a mí… Te envío al faraón
para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel”.
En el Monte Sinaí establece una alianza de amor con todo el pueblo,
al que se revela como “paciente
y misericordioso”,
y le muestra un camino de Misericordia con el decálogo al que el
pueblo responde: “haremos
todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos”
(Ex. 24, 7).
La
Misericordia del Señor fue guiando al pueblo elegido por el
desierto, alimentándolo con el maná y viviendo en medio de ellos en
el arca de la alianza. La Misericordia lo condujo a la Tierra
Prometida, donde lo va educando con tantas acciones de la historia de
la salvación y la intervención de los profetas hasta hacerle cantar
“eterna
es su misericordia”.
En
Jesús -el sol que nace de lo alto- el Padre nos muestra la entraña
misericordiosa. Se compadece de las multitudes cansadas y extenuadas;
calma el hambre de las muchedumbres; cura a los enfermos; se acerca a
los alejados “¡y
come con ellos!...”
Cargado
con la cruz, nos anima a seguirle al Calvario. El “lugar
de la calavera” es
el monte de la misericordia, que unida al perdón se derrama de
generación en generación. Y llega a todos los que acuden a esa
fuente de gracia, que es el costado abierto de Cristo. “Mirad
al que traspasaron” es
la invitación del Viernes Santo para comprender que “la
misericordia del Señor llena la tierra”.
Una misericordia que se transforma en vida, en resurrección, en triunfo sobre la muerte: “buscáis a Jesús el Nazareno, no está aquí, ha resucitado como había dicho”.
Una misericordia que se transforma en vida, en resurrección, en triunfo sobre la muerte: “buscáis a Jesús el Nazareno, no está aquí, ha resucitado como había dicho”.
Santo Sepulcro |
“¡Sed
misericordiosos!”
El Hijo Pródigo, Murillo |
El
seguidor de Jesús tiene como meta en su aspiración a la perfección
el ser misericordioso
“como
vuestro Padre es misericordioso”.
San
León Magno explicaba ésta aspiración a la santidad como
realización de las “obras de misericordia”: “Porque esta debe
ser sobre todo la preocupación de los santos: que nadie padezca el
frío, que nadie sufra hambre, que nadie muera por falta de alimento,
que nadie se destruya en el dolor, que las cadenas no tengan a nadie
retenido, que la cárcel no tenga a nadie recluido…”.
“No
podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos
juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si
acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo
para acompañar al que estaba enfermo o prisionero”.
(MV15)
La
práctica de las obras de misericordia, en Tierra Santa y en todo el
Oriente Medio es “hacer de la necesidad virtud”. Al pie de la
cruz contemplamos escenas de tantas carencias y penalidades que pasa
la comunidad cristiana: los niños abandonados y acogidos; los
ancianos y enfermos asistidos con cariño; los prófugos y refugiados
de Siria e Irak… Las cifras sobre ayudas dicen poco. Sólo en
Belén: 750 niños, 490 familias, 630 ancianos y enfermos. Miles de
refugiados atendidos en las islas de Kos y Rodas… Dicen, que, a
través de la Custodia de Tierra Santa y de otras instituciones y
organismos, la iglesia “vive
una vida auténtica cuando proclama, profesa y ejerce la
misericordia”.
(Juan Pablo II, DM).
“Como
buenos hermanos, contribuid a las necesidades de los santos”
Rom
12,13
El
resultado de la Colecta del Viernes Santo del año 2015
en
las diócesis españolas, fue aprox.: 1.475.000 €
La
Colecta del Viernes Santo, y todo tipo de ayudas
a
la Iglesia en Tierra Santa, puede enviarse a:
B.
Popular IBAN ES48 0075-0001-86-0606733003