Somos grupo de hombres cristianos, llamados por Dios de todas las partes del mundo para una misión especial: ¡custodiar su Casa!
En su peregrinación, a pesar de la violencia de las cruzadas, se reunió y dialogó con el sultán Melek el-Kamel, que en aquel tiempo gobernaba en Tierra Santa. Fue un encuentro pacífico y dio inicio a la presencia franciscana en Tierra Santa, imprimiendo un estilo a nuestra presencia a lo largo de los siglos… hasta hoy.
San Francisco y los franciscanos siempre han venerado ardientemente la encarnación de Jesús. Por esto, desde el principio, amaron y aman la Tierra Santa. De hecho, no hay Encarnación si no se concreta en un Lugar. Para nosotros, amar esta Tierra significa amar a Jesús. Y no podemos pensar en Jesús sin amar su Tierra. Por esta especial veneración de los franciscanos al Evangelio de Jesús y a su encarnación, la Iglesia Católica nos encargó la misión de Custodiar los Lugares de nuestra Redención.
Custodiar los Santos Lugares es algo muy concreto: animar los Santos Lugares con la liturgia para los peregrinos y para las iglesias locales, acoger a los peregrinos que vienen de todas partes del mundo para rezar y descansar en estos Lugares, y mantener las estructuras de estos Lugares para que funcionen correctamente.
Junto a los Santos Lugares viven comunidades cristianas locales. Las comunidades locales están constituidas por parroquias de diversos ritos y tradiciones católicas (occidentales y orientales). Nosotros, los franciscanos, atendemos las parroquias que tienen su centro y sede en los Santos Lugares. Amar las piedras que custodian la memoria de Jesús nos empuja a amar también las piedras vivas, las comunidades cristianas, que han vivido siempre aquí. Son numerosas las actividades formativas y sociales de la Custodia para sostener la presencia cristiana en Tierra Santa: escuelas, construcción de viviendas, ayudas para subsanar las distintas formas de pobreza.
A los peregrinos cristianos que vienen de todas partes del mundo se les ofrece guía espiritual y una amplia red de casas de acogida, además de la garantía y la gracia de poder celebrar en los Santos Lugares los misterios de la redención.
En resumen: somos una fraternidad de la Orden de los Hermanos Menores que, viviendo en Tierra Santa, custodiamos, estudiamos y hacemos acogedores los Lugares que son el origen de la fe cristiana y, viviendo en ellos, anunciamos las maravillas del amor que el Altísimo, Omnipotente y Buen Señor AQUÍ quiso hacerse hombre como nosotros para la salvación de todo el género humano.
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