Amigo peregrino, que
el «Viaje a Tierra Santa sea el viaje de tu vida» no quiere ser una expresión bonita ni
pura
retórica para animarte a que vayas, sino que recoge el
sentir de muchos miles de peregrinos. Te lo dice quien escribe
este libro, que lleva más de quince años de guía de peregrinos y ha acompañado
a más de ochenta grupos. La expresión de la mayoría de ellos, al final del
viaje, era esta: ha sido el viaje de mi vida. Así se han
ido escuchando expresiones que invitan a que animemos a que peregrinen los
cristianos al país de Jesús, que es donde están nuestras raíces cristianas y
vigencias religiosas.
[…] De
entrada, te
digo que no vengas simplemente con la intención de conocer Tierra Santa, sino
más bien, y lo acentuó,
de tener la experiencia
de Tierra Santa. Esta
es la expresión
clave que te va a guiar en tu visita, vivencia. Durante
el recorrido
no te vas a encontrar grandes monumentos o museos sino lugares que evocan vida
va que todos ellos están cargados de acontecimientos de Salvación. El papa
Pablo VI, al
hacer este recorrido, exclamó: lo mismo que existe una historia de salvación
existe una geografía de redención […] Junto al recuerdo de una
historia cargada de acontecimientos,
que la lectura de la Biblia te hará
presente, y que
tú vas a visitar, lo más importante es lo que tu vayas viviendo y experimentando. La visita termina,
la vivencia continúa.
Así lo han expresado dos
Papas que han visitado el país de Jesús. JUAN PABLO II, en su peregrinación a
Tierra Santa en el año 2000, se sentía lleno de alegría por haber cumplido el
gran deseo de llevar a cabo su viaje a los lugares de la Salvación, siguiendo
las huellas de los innumerables peregrinos que le han precedido. Ha sido
-decía el Papa- como un retornar a los orígenes, a las raíces de la fe y
de la Iglesia. PABLO VI afirmaba: es la “Tierra de Jesús” y, por eso, es
“patrimonio espiritual de los cristianos de todo el mundo, los cuales
anhelan visitarla en pía peregrinación, al menos una vez durante su vida”.
En Tierra Santa el
Evangelio te va a sonar de otra manera. Por algo a su Geografía se le ha
llamado el Quinto Evangelio. Los antiguos y modernos peregrinos están en
sintonía con las hermosas palabras del peregrino ruso:
“por
gracia de Dios soy hombre y cristiano,
por mis obras, un gran pecador, por condición, un peregrino sin techo de la
condición más humilde, que va errando de lugar en lugar. Mis bienes son
una mochila en la espalda, can un poco de pan seco y una Sagrada Biblia
que llevo bajo la camisa. No tengo nada más”.
La Biblia es la guía
principal del peregrino. Lo que te invito a visitar es la tierra de la Biblia.
Tierra de fe. La Tierra Santa, venerada a través de la historia escrita como la
cuna de las tres religiones monoteístas. Para una persona
de
fe cuyas creencias están arraigadas en la
tradición religiosa
de Occidente, no hay lugar en la tierra como Tierra Santa. Aquí, en esta estrecha
franja de tierra que es apenas un trocito
de mapa del universo, se encuentra la fuente de la creencia
religiosa de
una parte de la humanidad. Aquí, entre las áridas colinas y las llanuras
exuberantes, con lugares que apenas han cambiado su aspecto en dos mil años, el
espíritu del hombre aprendió a elevarse,
y desde aquí se extendió por todo el
mundo un mensaje nuevo, de acuerdo al texto que había sido escrito por un
antiguo profeta:
“...y
muchas personas vendrán, y dirán, Venid, y subamos al monte del Señor, a la
casa de Dios de Jacob; para que el nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos
sus senderos. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor.”
(Isaías 2, 3-4).
Por eso puedo
invitarte con toda confianza y decirte ponte en camino siguiendo a millones de
peregrinos, que, desde los primeros siglos de nuestra era, han hecho, en
condiciones difíciles, este largo viaje.
Hoy, afortunadamente, viajar
a Tierra Santa es fácil y cómodo.
Te vas a encontrar que
el país de Jesús tiene como marco geográfico un lugar muy pequeño,
apenas más grande que algunas provincias españolas. Un país dividido entre
israelíes y árabes; un país en el que cohabitan las
tres grandes religiones monoteístas que, en él veneran
recuerdos de su tradición:
el judaísmo, el
cristianismo y el
Islam. Te gustaría encontrar paz, y te vas a encontrar con
muchas tensiones. Te gustaría encontrar los Santos
Lugares en su originalidad y te vas a encontrar que son
muchas
las civilizaciones que han pasado por aquellas tierras.
Al llegar a Israel te
vas a encontrar con una geografía que
viene a ser puente entre tres
continentes: Asia, África y
Europa.
Cuando camines por esta tierra te van a llamar la atención
los vestigios de los pueblos que ocuparon este lugar
antes de Israel. Lo de los hijos de Abraham y de los egipcios, de los asirios, de los babilonios, de los
griegos, de los romanos, de los bizantinos, de los árabes, de los persas, de
los cruzados, de los otomanos...
El viaje no te va a
decepcionar. Has venido a buscar a Dios y él se va a dejar encontrar. En
cualquiera de los Santuarios o momentos de meditación que tendrás a lo largo de
tu recorrido, Dios te va a SORPRENDER.
San
Jerónimo escribía así a Marcel: “¡Venga! Vamos juntos al pesebre humilde de
Cristo, vamos a ver las cristalinas aguas del río Jordán, vamos a llorar al
Santo Sepulcro de Nuestro Señor, con él vamos a subir al Monte de los Olivos,
vamos a llegar a Nazaret, y porque Nazaret significa “La pequeña flor”, por eso
vamos a ver la flor de Galilea, vamos a subir al Monte Tabor, para que nos
rodee el resplandor de la Transfiguración ¡Venga¡”
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