Paz y Bien.Si queremos analizar o reflejar cómo viven los cristianos católicos de rito latino su experiencia y manifestación de fe durante la Semana Santa, comenzamos por reflejar la celebración del Domingo de Ramos. Se trasladan a Jerusalén representaciones parroquiales de todas las comunidades existentes en territorio palestino e israelí. Grupos numerosos de cristianos católicos, especialmente jóvenes, suben a Betfagé, en el Monte de los Olivos, para iniciar, desde esa aldea, la procesión de las Palmas o de la Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Con sus escudos parroquiales grabados en sus estandartes, con sus cantos y expresiones de júbilo contribuyen a convertir esta procesión en una de las manifestaciones de fe popular más grandiosa, alegre y colorista de cuantas se celebran durante el año. A esta procesión se unen también bastantes grupos de peregrinos, llegados de muy diversos puntos del mundo cristiano, para celebrar y revivir el Misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo en los lugares “donde todo ocurrió”. La procesión concluye en el amplio recinto que los Padres Blancos administran junto a la iglesia de Santa Ana y la Piscina Probática. Entrando dentro de la ciudad amurallada, por la Puerta de San Esteban, después de haber salvado el Monte de los Olivos y atravesado el Torrente Cedrón por el Valle de Josafat, se ha completado un itinerario de unos 3 kilómetros, lleno de pendientes y curvas, que, a pesar de ello, no ha resultado dificultoso por la alegría y el disfrute que ha supuesto.
El resto de los días de la Semana Santa no tiene manifestaciones públicas de fe. No hay desfiles procesionales, ni cofradías, ni apenas imágenes a las que dar culto. Las celebraciones del Triduo Sacro tienen lugar dentro de sus iglesias parroquiales siguiendo en el culto los ritos y ceremonias propios de la liturgia latina, griega o siriaca. Hay que resaltar, quizá por ser los cristianos un grupo muy minoritario en Tierra Santa o por su propia tradición, que la asistencia y participación en los actos religiosos de grupos familiares (padres, madres e hijos) es muy notable.
Especial mención hay que hacer de la celebración de la Hora Santa que tiene lugar en la Basílica de Getsemaní el Jueves Santo a las 20:30. Rememorando la Oración de Jesús en el Huerto, los cristianos de Jerusalén, presididos por el Custodio de Tierra Santa, se congregan para actualizar ese momento clave en que Jesús, en un acto de fe y confianza lleno de dramatismo, se entrega para hacer la voluntad del Padre. La amplitud del recinto de la Basílica de la Agonía o Basílica de las Naciones resulta insuficiente para albergar a todos los cristianos y, con mucha dificultad, podemos participar algunos peregrinos.
El Viernes Santo, también presidido por el Custodio de Tierra Santa, los cristianos de Jerusalén y los franciscanos recorren la Vía Dolorosa recordando el camino de Jesús cargado con la cruz hasta el Calvario a la misma hora en que Jesús lo hizo. Este Viacrucis, vivido con gran intensidad, es otro de los momentos fuertes de la celebración de los cristianos de su fe durante la Semana Santa.
La Vigilia Pascual, lo mismo que las liturgias del Jueves y del Viernes Santo, la celebra cada comunidad en su respectivo recinto parroquial. Aunque gran cantidad de cristianos de Jerusalén acuden al recinto de la Basílica del Santo Sepulcro. Los grupos de peregrinos de lengua española, desde hace varios años, la celebramos en la Basílica de Getsemaní.
La celebración litúrgica, gloriosa y festiva, que culmina la Semana Santa e inaugura el Tiempo de Pascua tiene especial relieve. Es una celebración eucarística llena de aleluia y de luminosidad. Se celebra el lunes de Pascua, a veces el mismo domingo de Resurrección al final de la mañana, en el santuario de Emaús-Qubeibeh. Emulando la alegría de los dos discípulos, Simeón y Cleofás, que caminaron aquel día en compañía del Señor Resucitado y lo reconocieron al partir del pan, se participa activamente en la escucha de la palabra y en el sacrificio del altar. Al finalizar la misa solemne la fiesta y la alegría pascual se prolongan durante el resto del día disfrutando de la naturaleza y de un almuerzo generoso en consonancia con el evento: ¡¡¡Cristo ha resucitado!!!
Admiramos la vivencia de la fe y el compromiso evangélico de ese grupo, no muy numeroso, de cristianos de la Iglesia Madre de Jerusalén. Son un auténtico “resto de Israel”. Que Dios Padre de todos y Jesús de Nazaret los siga bendiciendo.
¡¡¡Paz y Bien!!!
Fr. Pedro González, ofm
Comisario de Tierra Santa
OS RECORDAMOS QUE AÚN QUEDAN PLAZAS LIBRES PARA CELEBRAR LA SEMANA SANTA EN TIERRA SANTA
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