Paz y bien.
El Vía Crucis es una devoción centrada en los misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más notables de la Pasión. Puede rezarse cualquier día del año, pero adquiere una mayor relevancia durante los viernes de Cuaresma.
La difusión del ejercicio del Vía Crucis ha estado muy vinculada a la Orden Franciscana y, aunque no fue San Francisco quien lo instituyó tal como lo conocemos hoy, el Pobrecillo de Asís vivió con enorme devoción la humanidad de Cristo y en particular los misterios de Belén y del Calvario. En todo caso, fue la Orden Franciscana la que, fiel al espíritu de su fundador, propagó esta devoción.
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