miércoles, 7 de febrero de 2018

"Una parte de mí se ha quedado allí, tengo que volver a Jerusalén". "Es sobrecogedor"

Paz y Bien.

Siempre supone un gozo compartir con los peregrinos sus vivencias a su regreso de Tierra Santa. Hoy os hacemos llegar los testimonios que nos han enviado María José y Encarnación, que estuvieron allí en Navidad con el grupo que guiaba Fray Nicolás Márquez, ofm:



María José Alcaraz:

    
"Mis expectativas han sido superadas en lo humano y en lo espiritual con creces, ni en mis mejores sueños podía haber diseñado un viaje tan especial. El grupo era maravilloso, si yo los hubiese escogido no lo podría haberlo hecho mejor, personas alegres, cariñosas, cálidas, generosas, respetuosas... Y qué decir de Fray Nicolás: tanto en lo material como en lo espiritual ha sido el mejor guía que se pueda tener. Nos ha cuidado como un padre, con una paciencia infinita. Sus conocimientos son extraordinarios, y forma de relatar y transmitir son excepcionales, te transportan al tiempo de Jesús, te llevan a Jesús. Para mí es un ejemplo de vida, su sabiduría, generosidad, humildad, empatía, compasión, su amor hacia los demás, su amor al Señor es tan grande que emociona.
Pasear donde el Señor puso sus pies, estar allí, pisar esa tierra, es una de las experiencias más increíbles y extraordinarias de mi vida. Tengo que reconocer que especialmente Jerusalén me ha atrapado, me ha hecho suya y yo la he hecho mía. Siento que hay una parte de mí que se ha quedado allí, tengo que volver a rezar en Jerusalén, me iría mañana mismo, pero como he aprendido de Fray Nicolás, tendré que esperar para saber si es un capricho o una necesidad, el Señor dirá. 
Guardo en mi retina y en mi corazón muchas imágenes de gran belleza, y emociones y sensaciones únicas e irrepetibles: el Ángelus en la Anunciación, la Virgen del Carmen en Monte Carmelo, el privilegio de celebrar la Misa del Gallo en Belén (llovía muchísimo, estábamos al aire libre, pero felices), la Gruta de la Leche, el Campo de los Pastores, la renovación del bautismo, la misa en el Cenáculo, la prisión donde estuvo Jesús (me impresionó muchísimo); la renovación sacerdotal del Padre Pablo con todos los peregrinos alrededor, aislados del bullicio (fue especialmente emotivo). Y el Via Crucis y el Santo Sepulcro... me emociono al recordar. Sólo puedo decir que he vivido el Quinto Evangelio y dar gracias al Señor por ello.

Recuerdo Betania y Jericó y sus habitantes tan amables, generosos, tan pobres, con un futuro tan incierto, conmueve ver que con lo poco que tienen siempre tienen un zumo de granada, un fruto seco o un dátil con el que obsequiar a Fray Nicolás, esa es la verdadera generosidad. 
Quiero también destacar la amabilidad y el cariño con el que los franciscanos nos ha recibido y acogido en cada uno de los lugares que hemos visitado: es una pena que vuestra labor no sea tan conocida ni reconocida como debiera. Se nos tiene enseñar desde pequeños a los cristianos a amar y cuidar Tierra Santa como algo tangible y real, porque es real y existe, y no solo como lugar sino como conjunto de personas que forman parte de ella. No podemos perder el barrio cristiano de Jerusalén, y es responsabilidad de todos. También se debería contar más que la labor de los franciscanos no es sólo la custodia de lugares, sino de personas cristianas y no cristianas, y esa labor tampoco es conocida ni reconocida. Me viene a la memoria cuando, realizando el Vía Crucis, en una de las estaciones salió un señor a recibirnos con toda amabilidad y gratitud: nos contó Fray Nicolás que los franciscanos le habían proporcionado la casa en la que vive con su familia.

Cuando terminamos la peregrinación, Fray Nicolás nos dijo: "el viaje empieza ahora", y qué razón tenía; para mí el viaje no ha terminado, más bien acaba de empezar, algo en mí ha cambiado. Ahora escucho las lecturas y toda la Misa de otra forma, las siento más dentro de mí. Hace dos domingos escuchábamos cuando Jesús escogía a sus discípulos, y me emocioné mucho al recordar Galilea y su lago, especialmente cuando en la comunión se cantó "Tú has venido a la Orilla". ¡Ni le cuento! Siento que yo he estado allí." 
Encarnación:

"He viajado la pasada Navidad a Tierra Santa como peregrina, con los Hermanos Franciscanos, y me gustaría transmitir mi experiencia.

Ha sido un viaje en el espacio y en el tiempo. Un viaje interior y exterior. Estar en Nazaret, en Belén, en el Monte de los Olivos, en el Cenáculo, en la vía Dolorosa ... produce unas emociones que no son fáciles de asumir. Estar de pie en la casa de María, o en la Gruta de los Pastores, tocar la columna donde azotaron a Jesús, navegar por el lago Tiberiades, es indescriptible.

Al llegar, una se sorprende de que haya autobuses, coches, bancos, de ver dinámicas de ciudades modernas, cuando en realidad le gustaría que todo tuviera la imagen del portal de Belén que lleva en su imaginario, pero he tenido la suerte de ir con un grupo maravilloso, y al frente otra maravilla, nuestro guía: Fray Nicolás Márquez, que han sido capaces de mantener la espiritualidad en el camino a la vez que nos adentrábamos en la comprensión de la actualidad de los lugares.

Con cuánta sabiduría nos ha conducido Fray Nicolás, con cuánta ternura nos ha acogido y nos ha llevado por los caminos Santos.
Aún no puedo decir qué me ha impactado más, cuando hago la lista siempre digo, no, no, no, esto era más fuerte aún.  Todo el viaje es sobrecogedor.

Y otra cosa que era impensable para mí: el mantenimiento, el cuidado de los Santos Lugares.  Desde aquí ni pensamos en ello, ni se me pasaba por la cabeza el hecho de que hubiera que mantenerlos o quién los cuidaba.  
Nada más lejos ni menos complicado, en cada lugar del camino hay un franciscano, alegre y feliz en un lejano rincón, que guarda, cuida, limpia, que mantiene cada lugar, por pequeño que sea, donde Jesús caminó, donde vivió, donde pasó su infancia.  


¡Eso sí que es un milagro!  Estos frailes mantienen vivo el recuerdo, y no permiten que se desvanezca, que perdamos las raíces que nos dan alas para que nuestras imágenes primordiales sigan siendo tangibles y reales.  Ahora comprendo el contenido de CUSTODIA DE TIERRA SANTA.

El viaje está cargado de espiritualidad, pero también de humor, todo cabe.  Hemos disfrutado de risas, villancicos y panderetas, de canciones en el autobús, como niños, 

Enfin, si algo resume esta experiencia es "sobrecogedor"

Una recomendación:  NO OS LO PERDÁIS !!!
Id con los Franciscanos, es una experiencia que nunca se olvida.

Un fuerte abrazo para mi grupo, y a Fray Nicolás infinitas gracias.  UNIDOS EN LA ORACIÓN.


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