jueves, 8 de junio de 2017

Pentecostés en Jerusalén, se repite la historia: hombres y mujeres, en muchas lenguas, anuncian con alegría al Señor.

Para festejar la solemnidad de Pentecostés los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa celebraron una misa por la mañana en la iglesia de San Salvador y por la tarde fueron al Cenáculo para las segundas vísperas.

Desde que los frailes no pueden celebrar misa en el Cenáculo, San Salvador es el lugar designado para hacerlo. El día de Pentecostés también era la fiesta de la parroquia de San Salvador y, por tanto, fue el párroco, fray Nerwan Al-Banna, quien pronunció la homilía: «Para nosotros, los habitantes de Jerusalén y de esta parroquia, Pentecostés significa mucho: con la venida del Espíritu Santo, justo aquí, en Jerusalén nació la Iglesia».

A primera hora de la tarde, una procesión partía del convento de San Salvador para llegar al lugar donde ocurrió Pentecostés: el Cenáculo. Escoltados por la policía israelí, los franciscanos hacían su entrada en el santo lugar en el monte Sión entre una multitud de peregrinos de todas partes del mundo.
Justo allí, en la “sala del descenso del Espíritu Santo”, se celebraba la memoria de aquel momento. «En este día de Pentecostés, en este lugar donde por primera vez el Espíritu descendió sobre los apóstoles reunidos en oración junto con la Virgen María, es importante que invoquemos un nuevo Espíritu sobre la Iglesia y sobre la humanidad, sobre cada uno de nosotros y sobre cada criatura, sobre esta Tierra Santa y sobre todas las naciones que necesitan paz y reconciliación».
Así decía el Custodio de Tierra Santa a todos los presentes en el Cenáculo. «Ven, Espíritu Santo», cantaban los frailes, a los que se unía toda la asamblea. Y resonó el Padrenuestro que los fieles proclamaban, cada uno en su propia lengua, como nuevos discípulos de Cristo en oración, esperando el Espíritu Santo.


En Tabga, con Jesús a orillas del lago Tiberíades
Dos días antes de Pentecostés, El 2 de junio, con una misa solemne presidida por el Custodio de Tierra Santa, se celebró el episodio del primado de Pedro, acontecido a orillas del lago.
Tabga toma su nombre del griego Heptapegon (es decir “de las siete fuentes”) y se encuentra a aproximadamente 3 km al oeste de Cafarnaún sobre la orilla septentrional del lago de Galilea. 
La misa al aire libre, los pies sobre la arena y una barca de madera como altar, que construyó fray Wojchiech Boloz, superior de la fraternidad, para esta peregrinación que se celebra desde hace cinco años, hacen de esta celebración un momento único. El padre Custodio decía: «Esta es una ocasión especial para rezar por la iglesia, para rezar por el sucesor de Pedro, el Papa, pero además es una oportunidad para responder personalmente a las preguntas que Jesús nos dirige también a nosotros: “¿me amas?”, ¿me amas?, ¿me quieres?” ». 


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