jueves, 24 de marzo de 2022

El Monoteísmo de Judíos y Palestinos en Tierra Santa



Paz y Bien. 

En este nuestro mundo occidental individualista, consumista, materialista, pragmático…las creencias religiosas, la fe en Dios y las manifestaciones externas de ella, como puede ser el culto público, han pasado a un segundo plano. No están de moda. Hace ya varias décadas que ser judío, cristiano, musulmán o budista importa muy poco. Nadie se pregunta por la fe del otro y, menos aún, por la propia fe. Por ello las manifestaciones externas de religiosidad están en trance de desaparición. 

Esta realidad ocurre con todas las religiones y, de modo especial, con el catolicismo. La incultura religiosa del “teórico” católico es flagrante. Casi nadie sabe, ni le importa, qué es el tiempo de Cuaresma y, menos aún, el de Adviento o el de Pascua. La Navidad, la Semana Santa… se han convertido en pequeños periodos vacacionales, de descanso y disfrute, sin apenas contenido religioso. Una religión que pide reflexión, sacrificio, altruismo, encuentro con Dios en la intimidad o en la relación con nuestros semejantes carece de interés, porque no aporta beneficio tangible al que la practica. Una religión que invita a la persona a salir de sí mismo y poner su eje de atención en el otro parece fuera de toda realidad.

Una excepción encomiable ocurre cuando llega la Semana Santa. En bastantes regiones y ciudades de nuestro entorno se organizan grandes manifestaciones externas de fe. Las procesiones, que tienen mucho de expresión histórica, cultural y artística… y de espectáculo, son, en mayor medida, expresión de fe de un pueblo en la persona que está representada en la imagen procesionada. Por ello, la gran mayoría de cofradías y hermandades se implican en la atención a los más desfavorecidos desarrollando actividades sociales y caritativas priorizando atención al necesitado.
En la sociedad del Medio Oriente y, más concretamente, en la de Tierra Santa, en general, menos desarrollada, con menores posibilidades económicas, pero, quizá, con un poquito más de cultura que la nuestra de occidente, todavía no han perdido el concepto de grupo, de familia y de la presencia de lo transcendente en sus vidas. Para ellos la fe en el Único Dios y su manifestación en las prácticas religiosas ocupan un puesto capital en sus vidas. Las manifestaciones externas de fe en las “religiones del Libro” (La Biblia) tienen muy marcada la dimensión familiar y grupal. El monoteísmo islámico, judío y cristiano se manifiesta y se practica, de modo especial, en las reuniones comunitarias.

Para el mundo musulmán la oración de los viernes, en las mezquitas o en las casas particulares, es una expresión viva de fe a la que se suman la gran mayoría de los creyentes y la celebración del Ramadán, con el ayuno riguroso, es una práctica mayoritaria que quiere transmitir la idea de nuestra pertenencia a Dios y el deber de caridad con los hermanos.

El pueblo judío manifiesta su fe como comunidad y como familia congregándose para la oración en el Muro Occidental del templo al caer la tarde del viernes, que es el comienzo del Shabat. Con mayor frecuencia se reúnen en las sinagogas. No son menos importantes las celebraciones religiosas de las grandes festividades de acción de gracias a Dios por los favores recibidos, por los frutos de la tierra, por el perdón o por el recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto.


La comunidad cristiana en Tierra Santa, casi en su totalidad de etnia árabe palestina, por circunstancias históricas que ahora no viene al caso analizar, ha quedado muy menguada en su presencia y número. Apenas supone algo más de un 2% del total de la población de Israel y Palestina. Hablamos de cristianos, no de católicos. Son más en número los cristianos ortodoxos, mientras que los cristianos católicos apenas suponen un escaso 1% de la población.

La separación histórica tan marcada, a veces hasta el enfrentamiento, entre católicos, ortodoxos, protestantes… que hemos vivido en Occidente, en Tierra Santa apenas se ha dado. Si, en otros tiempos, hubo algún tipo de diferencia, hoy prevalece el entendimiento y el diálogo, de modo especial, entre los cristianos de base más que entre la jerarquía. Un ejemplo de ello es la escolarización en nuestros colegios de la Custodia Franciscana. En ellos conviven y se forman cristianos de las diferentes confesiones y ritos y también musulmanes.

Fr. Pedro González, ofm

Comisario de Tierra Santa


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