Mañana, 16 de julio, celebramos la memoria de Nuestra Señora del Carmen, una de las advocaciones marianas más populares y extendidas por el mundo. Como decimos en el título, tiene su origen en Tierra Santa, en el Monte Carmelo, una bella cadena montañosa que arranca en Samaria y cuyas floridas laderas miran al Mediterráneo. La Sagrada Escritura celebra su fecundidad y hermosura, traduciendo la palabra hebrea “Carmel” por huerto o jardín de Dios. La presencia aquí del profeta Elías y sus seguidores le dieron la celebridad que ha gozado desde siempre. Fue aquí donde un grupo de ermitaños construyeron en medio de sus celdas una capilla, en la que se reunían para celebrar la Santa Misa, y se la dedicaron a la Bienaventurada Virgen María. Este primer grupo de Carmelitas la escogió como Patrona, comprometiéndose a servirla y confiando en su protección, y escogiendo para su Orden el título de "Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo”.
El Profeta Elías y la Virgen María son las figuras inspiradoras para todos los Carmelitas. Tienen un papel importantísimo en la vida y en la espiritualidad de la Orden, que se declara perteneciente a María y mira a Elías como a su padre espiritual. Hoy, cuando peregrinamos a Tierra Santa, solemos visitar el Monte Carmelo y la basílica y convento “Stella Maris”, situados sobre la hermosa bahía de Haifa. En su interior destaca, sobre el altar mayor, construído sobre una de las grutas del profeta Elías, muy venerado en Tierra Santa, una preciosa imagen sedente de la Virgen María mostrando el escapulario y el Niño Jesús sentado en su regazo.
Nacía así, a finales del siglo XII en aquel lugar de Palestina, la Orden de los Carmelitas, aunque pronto se vieron obligados a emigrar a Occidente. En Europa, tampoco fueron muy bien recibidos por todos. Por ello el Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta oración:
Nacía así, a finales del siglo XII en aquel lugar de Palestina, la Orden de los Carmelitas, aunque pronto se vieron obligados a emigrar a Occidente. En Europa, tampoco fueron muy bien recibidos por todos. Por ello el Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta oración:
Flor del Carmelo
viña florida
esplendor del Cielo
Virgen fecunda
¡Oh madre tierna!
intacta de hombre
a los carmelitas
proteja tu nombre
da privilegios
Estrella del mar.
Fue entonces, en 1251, cuando la Bienaventurada Virgen María, se apareció a San Simón Stock con el escapulario de la Orden en sus manos, y le dijo: "Tú y todos los Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno".
El escapulario del Carmen es un signo externo de devoción mariana, que consiste en la consagración a la Santísima Virgen María por la inscripción en la Orden Carmelita, en la esperanza de su protección maternal.
Muchas felicidades a toda la Orden Carmelita, a quienes lleváis el hermoso nombre de Carmen o Carmelo, y a todas las gentes del mar, de quienes igualmente es patrona. Que la Santísima Virgen os bendiga. A Ella le pedimos de forma particular por toda la Tierra Santa, en estos tiempos duros que estamos atravesando a causa de la pandemia del covid-19; le encomendamos la salud de los enfermos y el descanso eterno a los difuntos “por tu Escapulario Santo cúbrelos con tu manto y llévalos contigo al Cielo”, y que seamos, como decía aquella gran santa carmelita, Santa Teresa de Jesus, “en tiempos recios, amigos fuertes de Dios”.
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