San Antonio de Padua es un santo importante en Jerusalén: en 1920 el papa Benedicto XV lo proclamó patrono de la Custodia. Pero la relación especial que vincula al santo de Padua con los franciscanos de Tierra Santa se remonta a mucho antes. Todavía hoy son muchas las gracias que reciben los frailes de la Custodia por intercesión de San Antonio. Por eso, también en las celebraciones en honor del santo el 13 de junio, la iglesia de San Salvador de Jerusalén estaba llena y, desde las primeras Vísperas del día anterior, se reunieron numerosos franciscanos del convento de la Custodia, fieles locales y trabajadores internacionales.
El Custodio en su homilía resaltó una palabra clave para interpretar la vida del santo y el título que la Iglesia le ha conferido: “sabiduría”. “La sabiduría es un tema recurrente en los sermones de San Antonio” afirmó fray Francesco Patton.
Siguiendo la tradición, a continuación se bendijo y distribuyó el pan de San Antonio, que recuerda la caridad del santo hacia los pobres. Después de besar la reliquia, el Custodio entregó a cada uno un simbólico panecillo.
En la misa en honor del patrón de la Custodia participó también el administrador apostólico del Patriarcado Latino, monseñor Pizzaballa, junto a representantes de diversas iglesias cristianas: armenios, greco-ortodoxos, coptos, sirios y luteranos. Con ellos, también autoridades civiles como los cónsules generales de España y Francia y el vicecónsul de Italia.
Entre la alegría y la emoción, una bendición especial cerró la celebración: es tradición, que el día de este santo se bendiga a los niños que durante todo el año han vestido un pequeño hábito franciscano, como gesto de devoción de sus padres. Tras la bendición, se quitan el hábito y lo donan a otro niño, que lo llevará durante el año siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario