Fr. Matteo Munari, del Studium Biblicum Franciscanum, decía en su homilía que Betfagé, del arameo “Betfaghè” quiere decir “la casa de los frutos verdes”: «Esto significa que en este lugar hay una profecía sobre la amargura con la que Jerusalén acogerá a Jesús». Los habitantes de Jerusalén y los fariseos, se niegan a acogerle. Sin embargo, hay también una multitud llena de alegría que acompaña y da la bienvenida a Jesús: los ciegos y lisiados curados, los pecadores perdonados.
«Preparémonos para vivir la Semana Santa, tratando de dejar a un lado la amargura que es parte de nuestra vida, que nos lleva a rechazar a Jesús porque nos incomoda y nos pide cambiar de vida – concluía en la homilía fray Matteo Munari -. Queremos aclamar a Jesús diciendo Hosanna, Señor, Salvanos».
El guardián de Betfagé fray Aquilino Castillo Álvarez, también animador vocacional de la Custodia, recibe a todos con una sonrisa y les invita a comer falafel, hummus y pitas, que se ofrecen en una sala del convento: «Sois todos bienvenidos mañana a la procesión de los Ramos».
Este año 2017, se da una coincidencia en el cálculo de la fecha de Pascua entre los calendarios juliano y gregoriano. Los cristianos de distintas confesiones celebran el Domingo de Ramos.
Ver video de la procesión del año 1941: pincha aquí
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Esto supone una gran alegría por la unidad, pero también una santa confusión en la basílica del Santo Sepulcro durante la misa solemne presidida por el administrador apostólico, Monseñor Pizzaballa.
El Ministerio de turismo espera recibir 180.000 peregrinos entre judíos y cristianos solo durante esta semana de Pascua.
En la tarde del 9 de abril, a las 14:30, una multitud festiva participaba en la tradicional procesión que recuerda el recorrido de Jesús en su entrada a Jerusalén. La esperanza, la alegría, la fe viva se respiraban en el ambiente. Después de haber leído en Betfagé el fragmento del Evangelio del domingo, partía el enorme cortejo que ha descendido el Monte de los Olivos.
Se celebraba la alegría de la fiesta todos juntos: peregrinos de todo el mundo, grupos de parroquias locales árabes, católicos de lengua judía, fieles de las iglesias extranjeras. Por las calles a lo largo del Monte de los Olivos, frente a una vista impresionante de Jerusalén, los instrumentos, los cánticos, las voces de jóvenes y ancianos regalaban durante algunas horas a la Ciudad Santa un ejemplo de lo que significa la fraternidad bajo el nombre de una misma fe.
Mientras el sol se ponía, la procesión descendía el Monte de los Olivos agitando palmas y ramas de olivo y cantando “Hosanna”, hasta llegar a la iglesia de Santa Ana.
Allí, el administrador apostólico Pizzaballa pidió guardar un minuto de silencio por los cristianos asesinados en Egipto en los ataques de la mañana del Domingo de Ramos. «Hoy hemos vivido una bella experiencia de Iglesia – decía después hablando de la procesión -. Hemos caminado y cantado juntos, hemos disfrutado y algunos también han bailado juntos, incluso sin conocerse, sin tener una lengua común. Hemos vivido una bonita experiencia de Iglesia porque nos hemos sentido unidos, en la alegría de pertenecer todos a Cristo»
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