jueves, 23 de marzo de 2017

Finalización de la restauración del Edículo del Santo Sepulcro


Ayer, mércoles 22 de marzo, después de diez meses de obras de restauración, el  Edículo fue reinaugurado en una ceremonia ecuménica que comenzó a las 10 de la mañana.
A la cabeza de la asamblea asistente a la celebración se encontraban los representantes de las tres Iglesias que firmaron el acuerdo que ha hecho posible realizar estas obras: S.B. Teófilo III, Patriarca greco-ortodoxo, Fr. Francesco Patton, ofm, Custodio de Tierra Santa, S.B. Nourhan Maougian, Patriarca armenio apostólico y  monseñor Pierbattista Pizzabala, actualmente administrador apostólico. 


El Edículo que guarda los restos de la tumba de Jesús como un cofre, ha sido consolidado, reparado, estabilizado, limpiado y despojado de las vigas de acero instaladas en 1947 por los británicos entonces al mando, para sostener la construcción que amenazaba con derrumbarse. Construido en 1801, después del incendio de 1808 que destruyó la estructura anterior, el edículo fue dañado por un fuerte terremoto en 1927. En esa época, las Iglesias no llegaron a un acuerdo para su restauración. Entonces los británicos, algunos meses antes de terminar su mandato sobre Palestina, prefirieron rodear de hierro el edificio para impedir que se derrumbara sobre sí mismo.



Setenta años después – gracias al acuerdo entre las iglesias greco-ortodoxa, latina (representada por los franciscanos de la Custodia) y armenia apostólica y como continuación de las obras iniciadas en mayo de 2016 – el Edículo ha sido objeto de una restauración estructural de forma que ahora puede sostenerse sin estructura externa, aunque a los ojos de los habituales les resulta extraño ver un Edículo en apariencia “tan desprotegido”. 




Pero las causas de su fragilidad aún no han sido eliminadas completamente y, en concreto la humedad crónica, debido a que en Jerusalén,  las agua de lluvia, una vez alcanzan el nivel de la roca, al no poder fluir, se estancan o ascienden por capilaridad o se evaporan produciendo un alto grado de humedad en todas las viviendas de la ciudad, incluida la basílica. Puede no gustar mucho el estilo barroco otomano en que fue construido el edificio, pero sin embargo sí es digno de admirar el resultado de las obras.

Las obras han sido financiadas por las tres principales denominaciones cristianas del Santo Sepulcro: los greco-ortodoxos, los franciscanos y los armenios. A su participación se han añadido ayudas públicas del gobierno griego y de benefactores privados. El Fondo mundial para los monumentos (World Monuments Fund, WMF) ha desempeñado un importante papel en la recaudación de los fondos necesarios. La Santa Sede igualmente ha ofrecido su contribución económica tanto para la restauración del Santo Sepulcro como para la Basílica de la Natividad de Belén.
En la región, el rey Abdalá II de Jordania ha hecho una “makruma”, una donación real benéfica, y las autoridades palestinas no han querido ser menos, participando también.


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