martes, 10 de enero de 2017

PEREGRINAR A TIERRA SANTA EN FAMILIA

La familia en el "Memorial de Moisés"
-Monte Nebo- Jordania
Paz y Bien.

Queremos compartir con vosotros el testimonio que nos ha enviado una familia que ha estado en Tierra Santa en la peregrinación del 28 de diciembre al 6 de enero, un precioso regalo que hicieron a su hija con motivo de su Confirmación...
Belén. Plaza del Pesebre en Navidad.

Un deseo hecho realidad"

"Hace trece años Javier, mi marido, y yo peregrinamos a Tierra Santa con nuestro deseo de seguir las huellas de Cristo, pasar por dónde Él pasó. Fue una experiencia inolvidable y nació en nosotros el deseo de volver  cuando nuestros hijos fueran mayores. Volver con ellos para que conocieran la tierra dónde Jesús vivió, esa tierra tan pintoresca, llena de tanta historia y la que nuestro Señor Jesús, nuestro Dios, eligió para vivir y entregarse por nosotros.
Pasaron los años y mi hija empezó a decir que le gustaría venir. Se confirmó y de regalo de confirmación le regalamos ese viaje para toda la familia. ¿Con quien ir? Nosotros queríamos visitar los Santos Lugares animados por un guía y junto a un grupo que nos ayudara a rememorar, revivir y hacer experiencia de Jesús en lugares tan emblemáticos. Rápido pensamos “¿quién mejor que los franciscanos que custodian esos lugares desde hace siglos?”. A través de la página web de los franciscanos nos informamos de la peregrinación e hicimos la reserva.
El deseo comenzaba a hacerse realidad. El 28 de diciembre volábamos con un grupo desconocido para nosotros. En poco tiempo empezamos a visitar los santos lugares (Nazaret, Monte Tabor, Caná, la Anunciación….), a profundizar en lo ocurrido en cada uno de ellos. Fue creciendo la complicidad y el afecto entre nosotros, hasta llegar a decir mis hijos que una de las cosas que más les ha gustado ha sido la relación con el grupo. Y es que como nos decía el padre Juan Pedro “no estábamos juntos por casualidad”. Así seguimos pisando lugares que nuestro Señor Jesús eligió para vivir en su vida aquí en la tierra (Belén, Cafarnaún, Betania, Jericó, el paseo en barca por el lago Tiberíades, la renovación de las promesas del bautismo en el río Jordán…) Hasta llegar a Jerusalén. Ésta ciudad donde se vive la religiosidad a flor de piel (judíos, musulmanes, cristianos…), (otra de las cosas que ha impresionado bastante a mis hijos). Tan llena de contrastes, donde también se percibe esa difícil convivencia, con la enorme presencia policial y militar, así como las grandes medidas de seguridad.  Y en Jerusalén, en el Santo Sepulcro, en una Eucaristía, compartimos cada uno brevemente lo vivido, ¡qué resaltar entre tantos lugares inolvidables, entre tantas maravillas, entre tantas piedras preciosas visitadas y vividas en familia y con la gran familia de los hijos de Dios!
En mí surgía un agradecimiento enorme a este abrazo inmenso del Padre a través de este viaje, porque Él me ha concedido poder compartir con mi marido y mis hijos la experiencia de visitar estos Santos Lugares, una de las herencias mejores que les podemos dejar, la familiaridad con nuestro Cristo. No creemos en Alguien imaginario, sino en Alguien de carne y hueso que se ha encarnado en una historia concreta y sigue viviendo entre nosotros.
A partir de ahora escuchar el Evangelio va a estar enriquecido por esta vivencia.
Esta tierra donde nuestro Jesús vivió y que San Francisco visitó y amaba, es como nuestra tierra, ya que aquí vivió Nuestro Salvador. Es como estar en casa. Tiene, como decía el padre, “algo especial”.
Rut María Ruiz Blázquez.”
Amanecer en Ammán, Jordania.
Ojalá este testimonio sirva para animar a aquellos que se estén planteando peregrinar con sus familias a la Tierra del Señor y poder experimentar esta profunda experiencia de fe y fraternidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario