jueves, 14 de julio de 2016

Bodas de oro sacerdotales en Tierra Santa...

Celebrando en Belén


Fr. Amancio Pérez, ofm.


Desde Tierra Santa recibimos noticias y fotos de otro grupo de 35 peregrinos, guiados en esta ocasión por Fr. Juan Pedro Ortega, ofm. Entre ellos se encuentra otro franciscano, Fr. Amancio Pérez, que está celebrando este año sus bodas de oro sacerdotales. Le hemos pedido que comparta con nosotros su testimonio de peregrino pues, aunque ha ido varias veces a Tierra Santa, suponemos que esta ocasión será especial para él.
El grupo en Galilea

- Paz y Bien, fray Amancio ¿Qué supone para ti poder celebrar tus bodas de oro sacerdotales en la Tierra del Señor?

-Supone una gracia especial que no hace mucho tiempo ni había soñado. En todo lugar podemos dar gracias a Dios, por tantas cosas como me ha dado la vida, pero considero un regalo muy especial poder hacerlo en el País de Jesús, en Tierra Santa.
Fr. Amancio acompañado de sus hermanas en Nazaret

- Como franciscano ¿qué te parece la labor que realizan tus hermanos de Orden en Tierra Santa?

- Maravillosa, extraordinaria, así lo viene reconociendo a lo largo de los siglos la Iglesia Católica y, en estos días, constantemente, las personas con las que estoy viviendo esta experiencia. Son más de 74 santuarios los que atienden los franciscanos con una labor pastoral, educativa y caritativa muy importante.
Travesía del lago Tiberíades o "Mar de Galilea"

- ¿Puedes compartir con nosotros si ha habido algún lugar de Tierra Santa donde hayas notado especialmente la presencia del Señor?

- Me encuentro a la mitad de la peregrinación. Cada día es nuevo y las experiencias también son nuevas. El Evangelio suena a nuevo en esta tierra. Por donde pasas te recuerda “aquí” sucedió:
“La Anunciación en Nazaret”; “aquí” tuvo lugar el primer milagro, en Caná de Galilea; “aquí” tuvo lugar la multiplicación de los panes y peces, en Tabgha…
Por resaltar un hecho concreto, me ha impresionado especialmente hoy la travesía en barco por el lago de Tiberíades. Un ratito estuvo parado el motor de la barca y se hizo un profundo silencio. A continuación cantamos todos “ Tú has venido a la orilla”. Esta canción tan conocida me sonaba a nueva “aquí”, en el lago de Tiberíades, el mismo que conoció Jesús y fue testigo de la llamada de los primeros apóstoles y del poder de Jesús sobre las olas que amenazaban hundir la barca. El lago es el mismo, no lo ha podido manipular la mano del hombre.

- Por último ¿recomendarías este viaje a otros hermanos y hermanas de la Vida Consagrada?

- Siempre que sea posible económicamente, por supuesto que sí. Dios está en todo lugar y el encuentro con Jesucristo puede tenerse en muchos lugares, pero poder venir con actitud de peregrino a Tierra Santa, sin duda que lo favorece. Vivir y compartir esta experiencia con otras personas, a las que hace sólo tres días ni sabía que existían, y ahora nos comunicamos en la Eucaristía como si nos conociéramos de siempre, es un signo visible de la comunión que nace de una misma fe en Jesucristo. ¡Gloria al Señor!
Renovando el Bautismo en el Jordán.

Damos las gracias a Fr. Amancio por haber querido compartir con nosotros su viviencia en Tierra Santa y por sus 50 años de vida sacerdotal.

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