viernes, 5 de mayo de 2017

TIERRA SANTA: TRAS LAS HUELLAS DE MARÍA

Llegando el mes de mayo nos viene a la memoria la Santísima Virgen María. En muchos sitios tienen lugar durante este mes fiestas y romerías en su honor, también el próximo domingo celebraremos el “día de la madre”, por eso nos parece oportuno recordar que peregrinar a Tierra Santa es también seguir los pasos de María en su tierra. Desde que llegamos empezamos a impregnarnos de su presencia, de su recuerdo: Allí nos espera Nazaret donde reviviremos la Anunciación y la vida íntima de la Sagrada Familia.

Cerca, en Caná de Galilea, recordaremos el primer milagro del Señor a instancias de su Madre. 

No lejos se encuentra el monasterio carmelita de Stella Maris, en el Monte Carmelo, junto al mar Mediterráneo, donde la Virgen, bajo la advocación del Carmen hace de “faro”, como luz y guía para las gentes del mar.
En la ribera del Lago de Galilea se encuentra Cafarnaúm, allí, como leemos en Jn 2,12, también estuvo nuestra María con Jesús y sus discípulos. 
Ya en la Ciudad Santa, Jerusalén, sentiremos la presencia de la Virgen en muchos sitios: la iglesia de Santa Ana, cerca de la piscina de Betesda, donde según la tradición estuvo la casa de S. Joaquín y Sta. Ana y donde nació María.
El Templo de Jerusalén fue un lugar visitado reiteradamente por Ella con San José, como nos recuerda S. Lucas 2, 41: “los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua”. Allí tiene lugar la Presentación del Señor a los cuarenta días de su nacimiento y el encuentro de con los ancianos Simeón y Ana, así como el episodio de la pérdida y hallazgo de Jesús cuando subió con sus padres a Jerusalén al cumplir doce años.
La Vía Dolorosa, donde, especialmente en la IV estación, se nos recuerda el encuentro de la Virgen con el Señor camino del Calvario. 
Ya en la Basílica el Santo Sepulcro encontraremos diferentes puntos que nos la  recuerden, como la capilla del Gólgota: "Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre..." Jn 19, 25...
o la capilla franciscana del Santísimo Sacramento, llamada también de la Aparición, donde la tradición rememora el encuentro de Jesús Resucitado con su Madre.
Igualmente la tradición sitúa algunos hechos de los Apóstoles con María tras la muerte de Jesús en el Cenáculo, donde tuvo lugar la Última Cena, en el Monte Sión. Allí se congregarían los discípulos con María y allí también tendrá lugar la Venida del Espíritu Santo. 
Muy cerca del Cenáculo se halla la abadía “Hagia Sión” o de la Dormición que recuerda la dormición de María, la “Hija de Sión”. 

En la falda del Monte de los Olivos, junto al Huerto de Getsemaní, se encuentra la iglesia en la que se venera la Tumba de la Virgen.
 
A pocos kilómetros de Jerusalén está Ain Karen, considerado el lugar de nacimiento de S. Juan Bautista, y donde encontramos el santuario de la Visitación de María a su prima Santa Isabel.
Y por supuesto Belén. En la gruta de la Basílica de la Natividad, en la estrella de plata que señala el lugar del Nacimiento del Salvador,  podemos leer:  “HIC DE VIRGINE MARIA JESUS CHRISTUS NATUS EST” (Aquí, de María Virgen, nació Jesucristo).
También en Belén encontraremos la capilla “Gruta de la Leche” donde sitúa la tradición a la Sagrada Familia refugiada en su huída a Egipto para eludir la matanza de los Inocentes y donde María dió de mamar al Niño Jesús. 
Hace unos días nos llamaba una persona para unirse a una peregrinación a Tierra Santa y nos decía que quería hacerlo como un acto de homenaje y agradecimiento a la Santísima Virgen, visitando su Tierra, por haberle rescatado de su mala vida anterior y haberle mostrado el camino de Jesús. Nos parece una motivación preciosa para animar a otras personas a querer conocer los Santos Lugares de la vida de nuestra Madre.
Que María, la llena de gracia, interceda por nosotros, especialmente por los habitantes de Tierra Santa.

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