lunes, 28 de diciembre de 2015

NOCHEBUENA EN BELÉN



     ¡Mirad la estrella. Mirad la estrella allí. Es la estrella de Belén! 

Hoy todo el mundo está en el corazón de Palestina. 
Todo el mundo espera, más o menos distraído, consciente o interesado la Navidad, 
esa fiesta que dio inicio hace dos mil años a este camino, donde, sin pedir permiso, nació Jesús.
Son muchos los motivos que traen aquí. Esa estrella tiene un aspecto y un significado diferente 
para cada persona: un proyecto de cooperación, una peregrinación, la propia familia o tal vez el
tradicional árbol de Navidad o la fiesta en la plaza.


Pero como un imán, este pequeño pueblo 
continúa a través de los años atrayendo a personas de toda nacionalidad y religión.
Algunas tradiciones se repiten cada año: los puestos de los diferentes grupos scout que animan Tierra Santa, la entrada en la ciudad del Patriarca Latino hasta la Basílica de Santa Catalina, el rezo de vísperas junto a la alcaldesa y a las autoridades.


Pero el corazón de todos espera todavía una novedad.Un imprevisto que pueda despertar la espera y el deseo de hacer fiesta, para descubrir que, en el fondo, vale la pena vivir y que para cada uno, por caminos inesperados y a veces tortuosos, hay un proyecto de felicidad. 


El Rostro misericordioso de Dios es la esencia de esta Navidad



    En todo el mundo cristiano resonará el llamamiento del Papa Francisco, también aquí en Belén, el lugar del nacimiento de Jesús.



En el programa de la noche de Navidad en Belén, la primera ceremonia fue la
de la apertura de la Puerta Santa que conduce a la Gruta de la Natividad,
ceremonia presidida por el Patriarca Latino de Jerusalén, junto a las autoridades religiosas. En la misa participaron el Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas y las autoridades civiles, junto a religiosos de Tierra Santa y de todo el mundo.



“La misericordia debe incluir a todos, cercanos y lejanos”, escribió en su homilía el Patriarca, leída por
Mons. William Shomali, que recordó a continuación a los millones de refugiados dispersos en campamentos y chozas, a merced del frío. “La misericordia afecta a todos los sectores de la vida pública”, continuó en su homilía: “Político, económico, cultural y social a todos los niveles”.
El patriarca hizo un llamamiento a quien tiene en sus manos el destino de los pueblos, a quien toma
decisiones políticas que traen muerte, para que se arrepientan y hagan prevalecer la dignidad del hombre
sobre sus propios intereses materiales. Afirmó que la misericordia no es un signo de debilidad, sino una
expresión de la omnipotencia divina. La ceremonia acabó con el saludo a todas las personas presentes
y aquellas que seguían el evento por televisión, a todos los habitantes de Tierra Santa, cristianos,
musulmanes, judíos y samaritanos.





Al término de la misa tuvo lugar un gesto simbólico de gran ternura: la procesión hasta la Gruta de la
Natividad con el Niño Jesús. Niño que durante siglos ha sido definido como el Príncipe de la Paz y que
un año más se revela también como el “rostro misericordioso de Dios”.

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