lunes, 20 de junio de 2022

Corpus Christi: la irrupción de la vida eterna en la nuestra

 

Paz y Bien.

La solemnidad del Corpus Christi en Jerusalén se celebró en la basílica del Santo Sepulcro.
La primera cita fue el miércoles 15 de junio, con la entrada solemne en la basílica del patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, acompañado de los frailes. Tras el rezo de las primeras vísperas, hubo una procesión por las distintas capillas.


El jueves por la mañana continuaron las celebraciones en el Santo Sepulcro, esta vez con la presencia de los peregrinos, que acogieron con alegría al patriarca. La Santa Misa de la solemnidad se celebró ante el santuario del Santo Sepulcro junto a obispos y sacerdotes del patriarcado, seminaristas y frailes de la Custodia de Tierra Santa.

En las palabras de Mons. Giacinto Marcuzzo, obispo auxiliar emérito del patriarcado, resonó la gratitud a Dios por el don del sacerdocio, y a todos los que dedican su vida, en este ministerio, al servicio de la Iglesia. Sentimientos también presentes en las palabras de Pierbattista Pizzaballa, quien presidió la celebración: “Agradecemos a todos nuestros sacerdotes -dijo-, a los aquí presentes y a los que por diversas razones no pueden estar aquí entre nosotros, y celebramos su jubileo. Les damos las gracias por ser fieles, ante todo”.
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna". Esta afirmación del apóstol san Pedro, según el patriarca, conserva toda su fuerza en nuestros días. Las palabras de Jesús son palabras de vida eterna, que dan sentido a la existencia humana.


Todavía hoy —subrayó el patriarca en su homilía— asistimos a continuas crisis internacionales, a luchas fratricidas, que corren el riesgo de matar de hambre a poblaciones enteras en todo el mundo. Aún hoy, en muchas partes del mundo, el hambre es una dolorosa realidad, y muchas veces es el resultado del egoísmo, de políticas a corto plazo o, peor aún, de la indiferencia.
Pero hay un hambre aún más grave: el hambre de palabras de vida, que traigan consuelo y alivio a tantos corazones cansados.
Hemos dicho, hemos rezado que sin Jesús, sin ese pan, el mundo siempre tendrá hambre. Hay muchos tipos de hambre: sobre todo hambre de sentido, hambre de palabras de vida eterna, porque estamos hechos para la vida eterna y solo las palabras de vida eterna pueden llenar nuestro corazón. Y la Eucaristía es esta respuesta a nuestras preguntas.

 

La misa terminó con la tradicional procesión alrededor del Edículo del Santo Sepulcro. Los fieles pudieron entrar en comunión con Cristo vivo en la Eucaristía en el lugar donde fue sepultado y resucitado.
Dado que el pavimento de la basílica se encuentra actualmente en proceso de renovación, se han realizado pequeños ajustes en la procesión, que aún así logró pasar alrededor del edículo. La última de las tres vueltas incluyó la Piedra de la Unción, y luego regresó al Edículo para la bendición final con el Santísimo Sacramento.

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