Paz y Bien.
Hoy, Miércoles de Ceniza, damos comienzo a la Cuaresma, un tiempo en que de modo particular volvemos la mirada y el corazón hacia la Tierra Santa (especialmente quienes hemos tenido la dicha de poder peregrinar hasta allí), donde tuvieron origen los acontecimientos más importantes de nuestra redención.
Paso a paso, domingo tras domingo, iremos recorriendo con el Evangelio los Santos Lugares; comenzando por el Desierto de Judea, en el Monte de las Tentaciones, frente a Jericó.
El segundo domingo subiremos con Pedro, Santiago y Juan al Monte Tabor, donde contemplaremos gozosos al Señor transfigurado. En el tercero seremos testigos del celo de Jesús por el Templo de Jerusalén «no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». El cuarto domingo oiremos al Señor como le dice a Nicodemo que, «igual que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre...» El quinto domingo nos recordará el pasaje en que, en Jerusalén, cercana ya la Pascua, Jesús se dirige a sus discípulos anunciándoles que «Ha llegado la hora de que sea glorificado... si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo». Y así llegaremos al domingo 28 de marzo, Domingo de Ramos, acompañando a Jesús en su entrada triunfante en Jerusalén, para vivir el Triduo Sacro y celebrar con gozo la gloriosa Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Ojalá las palabras de Mateo con las que encabezamos esta entrada (Mirad, estamos subiendo a Jerusalén), constituyan un verdadero anuncio profético y pronto podamos volver a pisar aquella bendita Tierra, señal de que habremos superado esta pandemia mundial que nos asola desde hace ya un año. Ansiamos de corazón ese día para entonar con el salmista «Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la Casa del Señor...»Que el Señor os conceda una buena y santa Cuaresma.
Bendita Tierra Santa.
ResponderEliminarLa Tierra del Señor. Bendito sea su Nombre.
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