miércoles, 5 de julio de 2017

Solemnidad de la Preciosísima Sangre de Jesús en Getsemaní.

Una fiesta que en este Santo Lugar adquiere todo su sentido y que cada primero de julio llena de fieles la basílica de Getsemaní. También este año muchos peregrinos de todo el mundo, junto con los frailes de la Custodia de Tierra Santa, se han apretado en torno a la roca del Huerto de los Olivos. 

«Antes del Concilio se celebraban de forma separada la fiesta del Corpus Domini y la de la Sangre de Jesucristo. Tras el Concilio se unieron en una sola, pero nosotros aquí seguimos celebrando la de la Preciosísima Sangre porque estamos en el lugar donde Cristo vertió su sangre – explica fray Benito José Choque, guardián de la fraternidad de Getsemaní -. En esta misa hemos pedido también el don de la paz para Tierra Santa, tierra de Jesús y nuestra tierra». 
«Esta roca es testigo, memoria viva de su Sangre. Al derramarse, la sangre de Jesús redime a la humanidad. Es un gran regalo – ha comentado fray Diego Dalla Gassa, director del eremitorio de Getsemaní -. Celebrar esta solemnidad hoy aquí significa celebrar el misterio de la redención».
El Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, esparce pétalos rojos sobre la roca de Getsemaní, como las gotas de la sangre de Cristo cuando oró con todo su ser la noche de su pasión. Así comenzaba la celebración en la iglesia de la Agonía, a los pies del Monte de los Olivos, en la festividad de la Preciosísima Sangre de Jesucristo. 

«No somos siquiera capaces de imaginar la prueba que pasa Jesucristo – ha dicho fray Patton – en el momento en que siente que su cáliz, es decir, su vocación y su misión, atraviesan las experiencias más oscuras de nuestra existencia humana: la soledad, el abandono, el fracaso, el sufrimiento físico e interior, la lejanía de Dios, la muerte violenta, dolorosa, injusta». Frente a todo esto, Jesús reza para cumplir la voluntad del Padre y ofrecerse en sacrificio por el mundo. «Es la Sangre Preciosísima de Jesucristo, es decir, su vida entregada por amor infinito, la que nos libera de la muerte, haciéndonos pasar a través de ella».


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