domingo, 13 de junio de 2021

Acompañamiento espiritual de peregrinos: una hermosa tarea dentro de la Orden Franciscana

 

Paz y Bien.

En este día en que estamos celebrando la fiesta de San Antonio de Padua, patrono de la Custodia de Tierra Santa, compartimos con vosotros el testimonio de Fr. Joaquín Pacheco, OFM, que nos habla de la figura de este santo tan querido en todo el mundo, y  también de su experiencia personal como franciscano y acompañante espiritual de peregrinos a Tierra Santa. Fr. Joaquín reside actualmente en el convento franciscano de Santa María de Guadalupe, precioso santuario mariano enclavado en comarca de Las Villuercas, en la provincia de Cáceres, cuya fraternidad custodia la venerada imagen de la Patrona de Extremadura. Desde estas páginas le agradecemos su tiempo y entrega en tan hermosa tarea. 

"Soy Fr. Joaquín Pacheco, franciscano, que en la actualidad formo parte de la Fraternidad del Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, en la provincia de Cáceres. Guadalupe es un Santuario de la Virgen María que, desde el siglo XIV ha sido y sigue siendo la meta de innumerables peregrinos. Desde hace unos años he sido también llamado a una de las más hermosas tareas vinculadas a nuestra Orden Franciscana, el acompañamiento espiritual de aquellos que peregrinan hasta la tierra de Jesús, la Tierra Santa.
Resulta estremecedor sentirse partícipe de esta historia de más de 800 años en la que los frailes franciscanos están presentes en esta tierra y, en nombre de la Iglesia custodian los Santuarios que reviven para el peregrino la presencia histórica de Jesús de Nazaret y realizan su tarea pastoral entre los cristianos de esta tierra y de todos aquellos que los necesitan. Pero también en estos 800 años desde todos los lugares de la Orden Franciscana se ha procurado ayudar a las comunidades de Tierra Santa y acompañar a cuantos han deseado realizar la experiencia espiritual de la peregrinación.
De Francisco de Asís, también peregrino a Tierra Santa, sus frailes han aprendido que llegar a esta Tierra Santa es encontrase con el lugar que pregona constantemente la humildad y el amor de un Dios que ha querido hacerse hombre para salvar a los hombres.

Este Dios, que se ha hecho “pequeño” en el misterio de la Encarnación y ha llegado hasta la humillación de la Pasión es el centro de la espiritualidad de Francisco y de toda la corriente espiritual que el Espíritu Santo le concede iniciar en la Iglesia. En la estela de Francisco de Asís continuarán una gran cantidad de hombres y mujeres, entre ellos, uno de los santos que vamos a celebrar este mes de Junio, San Antonio de Padua. Antonio es uno de los santos más populares no sólo en la familia franciscana, sino en toda la Iglesia. El Papa León XIII le llamó “el santo de todo el mundo”.
Fernando Martín, éste era su nombre antes de recibir el hábito franciscano, inició su vida consagrada entre los Canónigos Regulares de san Agustín en Portugal, su tierra natal. El encuentro con los primeros franciscanos enviados por Francisco a tierra de “sarracenos” despertó en él su vocación misionera y, recibidos el hábito de los frailes menores y, con él, el nuevo nombre de Antonio quiso también él partir a tierra de misión, pero el Señor le tenía reservada otra misión.

En la vida franciscana, Antonio supo aunar la dedicación a los trabajos más sencillos y humildes con la enseñanza de la teología a los frailes. Por su gran formación Antonio fue uno de los primeros “maestros” de la Orden. Y, además, la faceta que le hizo ser un auténtico fraile del pueblo, ser un predicador popular recorriendo a pie casi toda Italia y el sur de Francia. Un verdadero anunciador de la Buena Noticia, actividades que llenaron su corta vida.

En el año 1920, san Antonio de Padua fue declarado patrono de la Custodia de Tierra Santa, acabamos de celebrar el centenario de esta declaración. Ser realizó esta declaración porque los cristianos de la tierra de Jesús, especialmente los franciscanos de la Custodia, experimentaron la intercesión y ayuda de San Antonio, al que invocaron de manera especial, en momentos muy difíciles en los que la situación política, tras la primera guerra mundial, estaba poniendo en peligro incluso la permanencia de los franciscanos en la Tierra Santa.
Acabamos de vivir unos momentos en los que ese conflicto constante que se vive en la Tierra Santa ha estallado con violencia y con dramáticas consecuencias. También hoy queremos acudir a la intercesión de san Antonio de Padua pidiendo la paz y la fraternidad para esta tierra y para todos los lugares del mundo en que los hombres viven el conflicto y el enfrentamiento. Que en todos estos lugares pueda hablarse el que llamaba san Antonio el verdadero lenguaje del Espíritu: el de la palabra acompañada por las obras del amor." 
Fr. Joaquín Pacheco Galán OFM
Animador espiritual de peregrinos


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