jueves, 30 de agosto de 2018

"Jesús, he tenido la enorme suerte de verte en cada Lugar Santo". Testimonio de una peregrina a Tierra Santa.


Paz y Bien.

Nos siguen llegando testimonios de peregrinos que, felices tras su vuelta de Tierra Santa, desean hacernos partícipes de su experiencia. Hoy compartimos el de Mamen, una peregrina de Madrid, que participó en la peregrinación del 3 al 10 de agosto que guió Fray Juan Pedro Ortega, Ofm. 

Gracias, Mamen, por tus palabras y también por las fotos que nos has enviado para ilustrarlas.

"Viernes 24 de agosto de 2018:

Hay algo dentro de mí que quiere salir al exterior para dar testimonio de lo vivido en Tierra Santa.  Y este sentimiento tan profundo lo ha despertado el testimonio de una peregrina, Sonia, que nos envió Fray Juan Pedro. Gracias por compartirlo con nosotros, Juan Pedro.

Querido Jesús, he tenido la enorme suerte de verte en cada lugar Santo que hemos visitado.  Desde el principio te he sentido cercano.

Es verdad, y tú lo sabes, que yo iba a este viaje un poco escéptica, tenía miedo de que me decepcionara, de que no reconociera Tu huella en esta Tierra Santa, miedo de encontrarme un “tenderete” comercial en cada esquina, o un centro de “turismo religioso” donde fuera difícil encontrarte,...

Mis dudas se disiparon el primer día, al abrir la ventana de nuestra habitación, en Casa Nova, en Nazaret, y encontrarme cara a cara con nuestra Madre, al contemplar la impresionante Basílica de la Anunciación.
Nunca olvidaré ese momento, fue como abrir mi corazón a la Virgen y me mirara de frente, dándome la bienvenida .....y así comenzaron a brotar mis emociones..... todos las mañanas me daba los buenos días la Virgen María ....¡¡¡qué privilegio!!!

Lo mejor del viaje, sin duda, ha sido poderlo compartir con mis hermanos y mi madre, en un momento de nuestras vidas donde predominan las “nubes y chubascos”.... pero sin duda también ha sido un reencuentro con mi Padre fallecido hace cinco meses: “Papá te he podido sentir en cada rincón de Tierra Santa, acompañado de Jesús y María, siguiendo nuestros pasos con cada lugar Santo y compartiendo con nosotros la Eucaristía cada día”.

Pero, Querido Jesús, no te bastó con nosotros cinco, ampliaste gratamente nuestra familia incorporando al resto del grupo con el que viajábamos y convirtiéndonos a todos en una Gran Familia, con un objetivo común: vivir y celebrar juntos nuestro encuentro con Dios en Tierra Santa. ¡Gracias señor! por darme esta Gran Familia durante este viaje, que me ha hecho sentir como en casa, en tu Hogar Sagrado, y acompañada de un montón de hermanos y hermanas de Fe, con la misma sed de Cristo con la que los cinco fuimos a Tierra Santa.

En este viaje he podido recordar y vivir tu Nacimiento en aquella capilla del Pesebre que me hizo temblar y que, sin duda, ha sido el lugar dónde más cerca te he sentido.
He sentido la Navidad en pleno agosto en mi corazón, con aquella Misa del Gallo tan emocionante .... y con los villancicos que todos en familia entonábamos juntos en Bethlehem.

He podido sentir la Fe que sintió María en la Anunciación, en la visita a Su prima Isabel, en aquel entorno de Ain Karen, tan lleno de Paz...

He podido sentir el amor de Juan Bautista hacia Ti y sentir la Anunciación de tu Nacimiento a los pastores en aquella Eucaristía tan especial, durante la noche, en Beit Sahour, donde todos juntos volvimos a cantar villancicos en procesión...

Y he visto Tu rostro feliz en cada niño de aquella residencia de Carmelitas con niños especiales; y sobre todo he visto las caricias y sonrisa de la Virgen en cada voluntaria que cuidaba de esos niños.

Y hemos  peregrinado juntos cantando con los Franciscanos, con velas encendidas, en aquella procesión en Nazaret, en la Basílica de la Anunciación, donde nos hermanamos con peregrinos de muchas partes del mundo, cantando y orando en varias lenguas a María ...¡¡¡increíble experiencia!!!
Parece que te veía, Jesús, jugando y creciendo junto a los Tuyos en Tu ciudad, Cafarnaúm, en esas casitas de piedra, humildes como Tu
Y conseguí ver a Tu Padre, José, tan bondadoso en su casa y en el manantial donde Él también tuvo su particular Anunciación... ; y a Tu inseparable Amigo Pedro, en su casa y en Gallicantu, donde te negó tres veces....; Incluso vi a Tus abuelos Joaquín y Ana, en esas hermosas basílicas ... y hasta te pude ver orando en la primera sinagoga de joven ....

Pude verte haciendo esos milagros, para que nuestros ojos terrenales consiguieran creerte: Como en Caná, con el agua y el vino; En la casa de María, Marta y Lázaro, donde con la resurrección de Tu amigo celebramos la Amistad; Como en Jericó cuando diste la vista a un ciego y saludaste y convertiste a Zaqueo; Como en la piscina probática, donde curaste a un paralítico; Como en el Santuario de la multiplicación de los Panes y los Peces; O en el monte de las Bienaventuranzas; O en el mar de Galilea (lago Tiberíades), donde te apareciste a los apóstoles mientras pescaban.....

Pude sentirte en el barco aquel navegando por el mar de Galilea, pescando con Tus discípulos, con Tus amigos, allí en aquella paz de esas aguas, que reflejan Tu imagen.
Y allí arriba en el monte Tabor, por fin pude entender Tu Transfiguración, .... porque allí también transformaste mi corazón...

Pero lo más duro del viaje fue orar Contigo esas últimas horas amargas Tuyas en el Monte de los Olivos, en Getsemaní, en la Basílica de la Agonía, o en el calabozo donde pasaste Tu última noche; y pude recorrer contigo la Vía Dolorosa, haciendo el Viacrucis, paso a paso Contigo hasta el Santo Sepulcro y el Calvario.

He sufrido contigo Tu Agonía,  llorando en procesión junto a los Padres Franciscanos hasta el Calvario, y he podido sentir Tu llanto estremecedor al tocar la Piedra donde descansó Tu Cruz.
Pero después vi Tu Luz de nuevo en la Basílica de la Resurrección y sentí esa alegría inmensa que sintió María Magdalena al verte Resucitado y pude verte en ascender a los Cielos y rezar el Padre Nuestro en más de 100 lenguas distintas en el recinto del Páter Nóster, con nuestras manos unidas....

Y el culmen de mi alegría y renovación fue en el río Jordán cuando, gracias a las manos de Don Carlos, renové mi Bautismo como lo hiciste Tú en manos de San Juan Bautista.

Tu última cena en el Cenáculo fue Pan de Vida y Aliento de Esperanza para todos nosotros.

...Nunca olvidaré esta Tierra Santa donde renové mi Fe....

Doy las gracias públicamente a los Padres Franciscanos por conservar y reconstruir todos estos Lugares Santos, llenos de Tu presencia y en los que hemos vivido este “viaje inolvidable”.

Me he sentido guiada y acompañada por una Gran Familia, con un Gran Guia: Fray Juan Pedro, que nos ha llevado paso a paso “tras las huellas de Jesús”.

Y me he sentido elegida por la mano de Dios, como peregrina para dar testimonio de Tierra Santa, porque a mi regreso pude sentir Tu Señal Divina reafirmando mi Fe, al escuchar y vivir también la Navidad en pleno agosto en mi ciudad, lejos de Belén,  escuchando villancicos donde no lo esperaba ..... sin duda alguna, Jesús regresó conmigo a casa....

Me gustaría, Querido Jesús, despedirme pidiéndote por Fray Juan Pedro, para que le ayudes a seguir conduciendo a nuevos peregrinos, como lo ha hecho con nosotros, para que siga haciendo renovar la fe de muchos cristianos, que como yo acuden a Tierra Santa, siguiendo Tus pasos.
También me gustaría pedirte por Don Carlos como guía de nuestra Parroquia y de mi nueva vida cristiana, renovada por sus manos con el agua del Jordán.
Y no quiero olvidarme de pedirte por Nacho, nuestro Sacristán, siempre tan servicial y cercano en cada Eucaristía.
Y de esta Gran Familia que Tú mismo has unido en este “Viaje de nuestra vida”....
¡¡¡¡SI!!!!!, definitivamente Tierra Santa es el “Viaje de mi vida”, compartido con mi Familia y con mis nuevos hermanos de Fe, que ya forman parte de mi vida y con quien me reencuentro en cada Eucaristía. 


¡¡¡Bendito seas por siempre Señor!!!

Mamen- Parroquia de San Antonio de los Alemanes- Madrid- Viaje del 3 al 10 Agosto de 2018."


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