martes, 17 de septiembre de 2024

17 SEPTIEMBRE: IMPRESIÓN DE LAS LLAGAS DE SAN FRANCISCO DE ASÍS



Paz y Bien.

La Familia Franciscana celebra en este día la Impresión de las llagas de Nuestro Padre San Francisco, en el Monte AlvernaDesde su conversión, san Francisco profesó una grandísima devoción a Cristo pobre, crucificado, y glorioso. El icono del Cristo de San Damián estuvo unido siempre a su experiencia evangélica y su aventura espiritual, tanto en su conversión como a lo largo de toda su vida, y hasta su muerte, no cesó con los hechos y las palabras, de predicar al Crucificado.

Francisco miró, interrogó con detención a este crucifijo. Y se le convirtió en camino que lo condujo a la contemplación de su Señor. Fue el punto de partida de su Misión: «Ve y repara mi Iglesia». Su biógrafo Celano dice que este Cristo habló a Francisco. 


Su proceso de configuración con Cristo culminó en septiembre de 1224, mientras estaba sumido en contemplación divina en el Monte Alvernael Señor Jesús imprimió en su cuerpo los estigmas de su pasión. Se cumplió así su deseo y su súplica: «Oh Señor mío Jesucristo, te pido me concedas antes de morir sentir en mi alma y en mi cuerpo, en cuanto es posible, el dolor que tú, dulce Jesús, soportaste en la hora de tu acerbisima pasión». Francisco se convirtió en otro Cristo, como con acierto lo expresa el místico franciscano fray Juan de los Ángeles: «Fue Cristo alma de Francisco y Francisco cuerpo de Cristo, que le sale a la cara el contento y dolor que en su alma lleva».

Benedicto XI en 1304 concedió a la Familia Franciscana celebrar cada año la memoria de este hecho.

El Alverna es un promontorio aislado que forma parte de una de las derivaciones montañosas de los Apeninos. En su máxima altura alcanza los 1283 metros, pero el santuario está a 1128 m. sobre el nivel del mar. Uno de sus extremos muestra las rocas al descubierto, recortadas perpendicularmente sobre el pequeño valle. Algunas de estas rocas presentan profundas hendiduras, resultado probablemente de un violento terremoto ocurrido hace muchos siglos.

Se puede decir que la historia del Monte Alverna se inicia propiamente en el siglo XIII. A comienzos de ese siglo el monte pertenecía al conde Orlando de Chiusi, del Casentino, quien lo había heredado de sus antepasados. Orlando era el terrateniente de la región y pasó a la historia más por su amistad con san Francisco que por sus dotes militares o políticas.

La amistad entre estos dos personajes tuvo su origen con ocasión de una fiesta que se celebró en el castillo de san León de Montefeltro (Romaña) en honor de un nuevo caballero. La predicación y el ejemplo de Francisco llamaron tan fuertemente la atención del conde, que después de una conversación, éste le ofreció como obsequio el Monte Alverna. 

El santuario-convento está constituido por un conjunto de edificaciones de forma irregular, que ha ido creciendo en el curso de los siglos.

Y al igual que se le ocurrió escenificar el primer belén en Greccio en la navidad de 1.223, un año más tarde, estando de retiro en el monte Alverna, meditando los sufrimientos que había padecido nuestro Señor durante la pasión, sintió que las mismas cinco llagas se imprimieron en su cuerpo. Francisco moriría dos años más tarde: 

“Y ahora os anuncio un gran gozo y un nuevo milagro. El mundo no ha conocido un signo tal, a no ser en el Hijo de Dios, que es Cristo el Señor. No mucho antes de su muerte, el hermano y padre nuestro Francisco apareció crucificado, llevando en su cuerpo cinco llagas que son, ciertamente, los estigmas de Cristo. Sus manos y sus pies estaban como atravesadas por clavos de una a otra parte, cubriendo las heridas y del color negro de los clavos. Su costado aparecía traspasado por una lanza y a menudo sangraba.(…) Por tanto, hermanos, bendecid al Dios del cielo y proclamadlo ante todos, porque ha sido misericordioso con nosotros, y recordad a nuestro padre y hermano Francisco, para alabanza y gloria suya, porque lo ha engrandecido entre los hombres y lo ha glorificado delante de los ángeles".

(Carta de Fray Elías, anunciando la muerte de San Francisco de Asís, 3 de octubre de 1226).


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