domingo, 15 de septiembre de 2024

15 DE SEPTIEMBRE: NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, MADRE DE TODO CONSUELO

 


Paz y Bien.

Cada 15 de septiembre, un día después de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la Iglesia Católica conmemora a Nuestra Señora de los Dolores. Como toda buena madre, María está al lado de sus hijos en todo momento, más cuando estos sufren

De muchas maneras, la sucesión de ambas efemérides -la Exaltación de la Cruz y Nuestra Señora de los Dolores- es una invitación a meditar en torno al misterio del dolor que unió las vidas de Jesús y de María para redención del género humano. 

Meditar en los dolores de nuestra Madre nos ayuda a comprender mejor el sacrificio de Cristo, a acercarnos más a su Santísimo Corazón, y a dejarnos transformar por su amor sacrificial. 

Poder acercarnos a María en sus horas difíciles es la oportunidad por excelencia para compadecernos de Ella y acompañarla como buenos hijos. Más aún si somos conscientes de que sigue sufriendo a causa de nuestros pecados. Dios quiere que consolemos a su Madre.

Su dolor nos puede animar a orar por todas las madres que sufren, especialmente, por todas las madres que, aquí como en el resto del mundo dominado por injusticias y guerras, al igual que María se enfrentan a la agonía por la muerte de sus hijos.

«En esta fiesta de la Dolorosa, en este lugar del Calvario, único en el mundo, llevamos en nuestros corazones y en nuestra oración el dolor y el lamento de tantas mujeres que en esta tierra, como en el resto del mundo, han perdido a sus hijos, en guerras o conflictos absurdos: pongámonos al pie de la cruz para invocar a Dios Padre que vuelva la paz sobre la tierra y que la celebración de María Dolorosa nos ayude a comprender el gran regalo que hemos recibido de la cruz de Jesús».

Ante el dolor más desgarrador que puede existir, la muerte de un hijo, hay algo intenso, profundísimo. «Pero este hijo suyo salvará a los hombres, dará a los hombres un “vino nuevo”, les dará su Espíritu. Y entonces María debe aceptar perder a su hijo por amor a los hombres. En cierto modo, se puede decir que en este momento María está viviendo su maternidad más profunda, porque es madre de Cristo y ahora se convierte en madre de todo el cuerpo de Cristo, de la Iglesia, es decir, de todos los cristianos».

La devoción a la Virgen de los Dolores -también conocida como la Virgen de la Amargura, la Virgen de la Piedad o, simplemente, como la “Dolorosa”- viene desde muy antiguo. Esta puede remontarse incluso hasta los orígenes de la Iglesia, allí cuando los cristianos recordaban los dolores del Señor, siempre asociados a los de su Madre María, como consta en la Escritura. 

Sin embargo, es necesario precisar que la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, Mater Dolorosa, cobra forma e impulso recién a finales del siglo XI. Décadas después, hacia 1239, en la diócesis de Florencia, los Servitas (Orden de frailes Siervos de María) fueron los primeros en destinar un día especial para conmemorar a la Virgen en su sufrimiento.

El escogido fue el 15 de septiembre, día que quedaría oficializado a inicios del siglo XIX (1814) por el Papa Pío VII, quien le concedió el rango de fiesta. 

Además, la Madre de Dios prometió -también a través de Santa Brígida- que concedería siete gracias a aquellos que la honren y acompañen rezando diariamente siete avemarías mientras meditan en sus lágrimas y dolores.

Por su parte, San Alfonso María de Ligorio (1696-1787) cuenta que Jesucristo le reveló a Santa Isabel de Hungría que Él concedería cuatro gracias a los devotos de los dolores de su Santísima Madre.


Petición

¡Nuestra Señora de los Dolores, ruega por nosotros!

Madre, déjanos acompañarte en tu dolor y alivia con tu ternura los nuestros. 

Déjanos estar a tu lado, Madre dolorosa!

Y que tu Hijo santifique el dolor que hoy nos embarga.



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