martes, 16 de agosto de 2022

En Jerusalén celebraron la Asunción de María con la Virgen recostada en su lecho

 


Paz y Bien.

El Jardín de los Apóstoles en Getsemaní, Jerusalén, fue escenario de una vigilia mariana en el que decenas de fieles celebraron la Fiesta de la Asunción de María portando entre hombros a la imagen de la Virgen en su lecho, en una cama con una almohada.

Las lecturas, reflexiones, cantos y oraciones estuvieron presididas por el Custodio de Tierra Santa, P. Francesco Patton, y se desarrollaron el 14 de agosto por la noche alrededor de una imagen de María acostada sobre su cama, como si estuviera durmiendo. 

Algunos le llaman a esta representación mariana como la Virgen de la dormición (“dormitio”) o también como la Virgen del Tránsito al cielo.

Más adelante todos se dirigieron en procesión a la Basílica de Getsemaní, llamada de la Dormición. 


Cuenta la tradición que el cuerpo de la Virgen fue llevado en procesión por los apóstoles hasta un sepulcro en Getsemaní.

La Iglesia del Sepulcro de María en el valle de Cedrón en las cercanías de Jerusalén es, según la antigua tradición eclesiástica de los cristianos ortodoxos, el lugar "donde fue puesto el cuerpo de María", madre de Jesucristo.


Al día siguiente, 15 de agosto, se celebró una solemne Eucaristía en italiano, en la misma Basílica de Getsemaní, y la segunda lectura fue leída en español. 


Durante la homilía, el P. Patton señaló que “el Valle del Getsemaní, el Monte de los Olivos están llenos de cementerios y de tumbas. Algunas son tumbas veneradas otras son tumbas olvidadas”. 

“En el valle del Getsemaní hay también una tumba vacía que es para nosotros especial, la tumba de María”, enfatizó.

En este sentido, dijo que esta es la otra tumba vacía presente en Jerusalén, aparte de la de Cristo.

Más adelante destacó que “cuando contemplamos a la Beatísima Virgen María asunta al cielo en alma y cuerpo, nosotros contemplamos el hecho de que Jesús resucitado ha querido que Su madre participara primero y en modo pleno en el misterio de su resurrección”.

Por lo tanto, explicó que “esta solemnidad mariana nos recuerda entender el valor de toda nuestra persona no sólo del componente espiritual que llamamos alma, sino también del componente material y concreto de nosotros mismos que llamamos cuerpo”. 

“En esta fiesta se vive de modo especial el valor de nuestro cuerpo que está hecho para participar en la gloria de la vida divina”, resaltó.

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