martes, 3 de noviembre de 2020

Conmemoración de los fieles difuntos en Tierra Santa: Dales, Señor, el descanso eterno.

 

Paz y Bien.

Ayer, 2 de noviembre, conmemoramos en todo el mundo católico a los fieles difuntos, un día muy importante para nosotros, y este año, si cabe, aún más, al estar marcado por la pandemia covid-19, que se ha cobrado la vida de muchos miles de personas. También en toda Tierra Santa, y de modo particular en Jerusalén, es una fecha importante, que cuenta con particulares tradiciones locales.

A primera hora de la mañana tuvo lugar la Santa Misa, ofrecida por los difuntos del mundo entero, en la Edícula del Santo Sepulcro.

En el convento de San Salvador, sede de la Custodia, tras una misa privada en memoria de los frailes fallecidos, tuvo lugar la celebración parroquial concelebrada por el P. Custodio junto al párroco y el guardián de San Salvador, a la que asistieron los frailes franciscanos de aquel convento y unos pocos cristianos locales.

Después de la misa, un grupo de frailes franciscanos realizaron la tradicional procesión hasta los tres cementerios del Monte Sion: el de los frailes, el de los extranjeros y el de los parroquianos.  En cada uno de ellos se rezó un responso y se tuvo la bendición de las tumbas.  Fue una jornada especial y diferente,  debido a la pandemia que nos asola, sobre todo para aquellas familias que han perdido a alguno de sus miembros por el covid-19, con la asistencia de muy pocos fieles que pudieron visitar aquellos lugares donde reposan los restos de sus familiares.

Todo este mes de noviembre nos evoca el recuerdo de nuestros familiares y amigos difuntos, a la vez que se incrementan las plegarias por su eterno descanso. Desde aquí nos unimos en la oración, presentándolos al Señor Resucitado, vencedor de la muerte. Tenemos un recuerdo especialmente afectuoso por todos los hermanos que ofrecieron sus vidas y trabajos en favor de Tierra Santa y sus piedras vivas; frailes, monjas y laicos, y que han partido ya a la Jerusalén Celestial. 

Oración: Oh Dios, gloria de los fieles y vida de los justos; nosotros, los redimidos por la muerte y resurrección de tu Hijo, te pedimos que acojas con bondad a nuestros hermanos y hermanas de la Familia Franciscana, y a nuestros parientes y bienhechores difuntos, y, pues creyeron en la futura resurrección, merezcan alcanzar los gozos de la eterna bienaventuranza. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén

Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén

1 comentario:

  1. Me uno en oración con todos los hermanos Franciscanos, por todas las almas que ya descansan de este mundo, para que les llegue con plenitud la Gloria de Dios.

    ResponderEliminar