jueves, 29 de octubre de 2015

“EL VIAJE DE TU VIDA” (fr. Emérito Merino)




      Amigo peregrino, que el «Viaje a Tierra Santa sea el viaje de tu vida» no quiere ser una expresión bonita ni pura retórica para animarte a que vayas, sino que recoge el sentir de muchos miles de peregrinos. Te lo dice quien escribe este libro, que lleva más de quince años de guía de peregrinos y ha acompañado a más de ochenta grupos. La expresión de la mayoría de ellos, al final del viaje, era esta: ha sido el viaje de mi vida. Así se han ido escuchando expresiones que invitan a que animemos a que peregrinen los cristianos al país de Jesús, que es donde están nuestras raíces cristianas y vigencias religiosas.

[…] De entrada, te digo que no vengas simplemente con la intención de conocer Tierra Santa, sino más bien, y lo acentuó, de tener la experiencia de Tierra Santa. Esta es la expresión clave que te va a guiar en tu visita, vivencia. Durante el recorrido no te vas a encontrar grandes monumentos o museos sino lugares que evocan vida va que todos ellos están cargados de acontecimientos de Salvación. El papa Pablo VI, al hacer este recorrido, exclamó: lo mismo que existe una historia de salvación existe una geografía de redención […] Junto al recuerdo de una historia cargada de acontecimientos, que la lectura de la Biblia te hará presente, y que tú vas a visitar, lo más importante es lo que tu vayas viviendo y experimentando. La visita termina, la vivencia continúa.

Así lo han expresado dos Papas que han visitado el país de Jesús. JUAN PABLO II, en su peregrinación a Tierra Santa en el año 2000, se sentía lleno de alegría por haber cumplido el gran deseo de llevar a cabo su viaje a los lugares de la Salvación, siguiendo las huellas de los innumerables peregrinos que le han precedido. Ha sido -decía el Papa- como un retornar a los orígenes, a las raíces de la fe y de la Iglesia. PABLO VI afirmaba: es la “Tierra de Jesús” y, por eso, es “patrimonio espiritual de los cristianos de todo el mundo, los cuales anhelan visitarla en pía peregrinación, al menos una vez durante su vida”.

En Tierra Santa el Evangelio te va a sonar de otra manera. Por algo a su Geografía se le ha llamado el Quinto Evangelio. Los antiguos y modernos peregrinos están en sintonía con las hermosas palabras del peregrino ruso:
“por gracia de Dios soy hombre y cristiano, por mis obras, un gran pecador, por condición, un peregrino sin techo de la condición más humilde, que va errando de lugar en lugar. Mis bienes son una mochila en la espalda, can un poco de pan seco y una Sagrada Biblia que llevo bajo la camisa. No tengo nada más”.

La Biblia es la guía principal del peregrino. Lo que te invito a visitar es la tierra de la Biblia. Tierra de fe. La Tierra Santa, venerada a través de la historia escrita como la cuna de las tres religiones monoteístas. Para una persona de fe cuyas creencias están arraigadas en la tradición religiosa de Occidente, no hay lugar en la tierra como Tierra Santa. Aquí, en esta estrecha franja de tierra que es apenas un trocito de mapa del universo, se encuentra la fuente de la creencia religiosa de una parte de la humanidad. Aquí, entre las áridas colinas y las llanuras exuberantes, con lugares que apenas han cambiado su aspecto en dos mil años, el espíritu del hombre aprendió a elevarse, y desde aquí se extendió por todo el mundo un mensaje nuevo, de acuerdo al texto que había sido escrito por un antiguo profeta:
“...y muchas personas vendrán, y dirán, Venid, y subamos al monte del Señor, a la casa de Dios de Jacob; para que el nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor.”  (Isaías 2, 3-4).

Por eso puedo invitarte con toda confianza y decirte ponte en camino siguiendo a millones de peregrinos, que, desde los primeros siglos de nuestra era, han hecho, en condiciones difíciles, este largo viaje. Hoy, afortunadamente, viajar a Tierra Santa es fácil y cómodo.

Te vas a encontrar que el país de Jesús tiene como marco geográfico un lugar muy pequeño, apenas más grande que algunas provincias españolas. Un país dividido entre israelíes y árabes; un país en el que cohabitan las tres grandes religiones monoteístas que, en él veneran recuerdos de su tradición: el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Te gustaría encontrar paz, y te vas a encontrar con muchas tensiones. Te gustaría encontrar los Santos
Lugares en su originalidad y te vas a encontrar que son muchas las civilizaciones que han pasado por aquellas tierras.

Al llegar a Israel te vas a encontrar con una geografía que viene a ser puente entre tres continentes: Asia, África y Europa. Cuando camines por esta tierra te van a llamar la atención los vestigios de los pueblos que ocuparon este lugar antes de Israel. Lo de los hijos de Abraham y de los egipcios, de los asirios, de los babilonios, de los griegos, de los romanos, de los bizantinos, de los árabes, de los persas, de los cruzados, de los otomanos...

El viaje no te va a decepcionar. Has venido a buscar a Dios y él se va a dejar encontrar. En cualquiera de los Santuarios o momentos de meditación que tendrás a lo largo de tu recorrido, Dios te va a SORPRENDER.

         San Jerónimo escribía así a Marcel: “¡Venga! Vamos juntos al pesebre humilde de Cristo, vamos a ver las cristalinas aguas del río Jordán, vamos a llorar al Santo Sepulcro de Nuestro Señor, con él vamos a subir al Monte de los Olivos, vamos a llegar a Nazaret, y porque Nazaret significa “La pequeña flor”, por eso vamos a ver la flor de Galilea, vamos a subir al Monte Tabor, para que nos rodee el resplandor de la Transfiguración ¡Venga¡”

E. Merino, Peregrino, el viaje de tu vida (Salamanca 2014)

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