Las calles de la Ciudad Vieja de Jerusalén empiezan a recuperar su abarrotado aspecto habitual, pero las heridas de la pandemia aún persisten. Muchas tiendas vuelven a estar abiertas y ya se ven grupos de peregrinos dirigiéndose presurosos al Santo Sepulcro… Pero ni las primeras son todas las que había, ni los segundos tan numerosos como era costumbre.
«El turismo sufrió mucho durante la pandemia. Aunque hubo ayudas del Gobierno, fue el único sector que no se recuperó hasta el pasado mes de mayo. Ahora está mejorando, pero no es como en 2019, un año récord en el que recibimos 4,55 millones de visitantes», explica el director general adjunto del Ministerio de Turismo de Israel, Kobby Barda.
«En general los turistas han vuelto, pero no en la misma proporción que antes de la pandemia», confirma el padre Tomaz Dubiel, director del Christian Information Center (CIC), el organismo de la Custodia de Tierra Santa encargado de acoger a los peregrinos. Explica que en 2019 recibieron a 613.364 visitantes, y que esa cifra bajó hasta los 179.164 en 2020. También que este año, a falta de la campaña navideña, ya han llegado 218.994. España es el cuarto país por número de peregrinos, detrás de EE. UU., Brasil e Italia. Este año han venido 14.407. Pero en 2019 fueron 34.360. Más del doble.
Israel fue uno de los países más estrictos a la hora de atajar la COVID-19 y se mantuvo cerrado a cal y canto durante casi dos años. En los territorios ocupados, como Belén, donde la Autoridad Nacional Palestina no tiene control sobre sus fronteras, la presencia de extranjeros tendió a cero. Salvo pequeñas excepciones, la llegada de viajeros al aeropuerto de Tel Aviv y la entrada por tierra desde Jordania estuvieron prohibidas hasta mayo de 2022.
El padre Dubiel, hace un llamamiento a peregrinar a Tierra Santa y a hacerlo de la mano de la Iglesia. «Estamos viendo más turistas, pero la mayoría no viajan con sacerdotes que los atiendan espiritualmente. Venir aquí, sin sentirse parte de la Iglesia, es volverse con las manos vacías», afirma.
«Es importante que los cristianos vengan a Tierra Santa para comprender mejor las circunstancias y lugares de los eventos que conocen por el Evangelio», señala el franciscano; «aquí la gente tiene la oportunidad de ver con los ojos de los apóstoles». Dubiel añade, además, que peregrinar no es solo un beneficio para los visitantes, también para los cristianos del lugar: «Las comunidades locales crecen con la presencia de los peregrinos».
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