Paz y Bien.
La semana pasada tuvo lugar en Nazaret el curso de formación permanente franciscano para responsables y sacristanes de los santuarios. Contó con la participación de numerosos frailes comprometidos en este apostolado de la Custodia, tanto presencialmente como a distancia: todos trabajando y esperando confiadamente la reapertura a fieles y turistas, después de ocho meses del cierre debido a la pandemia.
El Custodio de Tierra Santa inauguró el curso exponiendo algunas de las líneas fundamentales que en el transcurso de estos meses de pandemia ha ido recordando a través de varias cartas dirigidas a las comunidades franciscanas de Tierra Santa: recomendaciones de carácter espiritual pero también práctico, para evitar que los santos lugares sean lugares de contagio. “Este tiempo en el que no hay peregrinos es también un tiempo en el que es necesario reducir los gastos al mínimo, en el que hace falta saber cuidar el lugar mediante el necesario mantenimiento ordinario. Hay que estar preparados para cuando vuelvan los peregrinos y prepararse también a la luz de la encíclica «Fratelli Tutti»: cultivando cada vez más el sentido de la acogida a todos, empezando por los fieles locales, para los que nuestros santuarios son fuente de identidad cristiana; pero también a los fieles de otra religión o los no creyentes que visitan nuestros santuarios, hacia los que debemos tener una actitud de apertura fraterna, como la que tuvo San Francisco cuando visitó al sultán Al Malik Al Kamil”.
Ha sido también un encuentro importante para ver cómo han vivido los frailes este tiempo; según cuenta el Custodio, “muchos hermanos me han dicho que este año han valorado más el santuario como lugar de oración de la fraternidad, han podido rezar con más calma y relajación, «recuperando la posesión del lugar» donde están prestando servicio. Otros, en aquellos donde hay un pequeño huerto, han redescubierto nuestra vocación franciscana-campesina: no simplemente una vocación a ser “Fratelli Tutti”, sino también la de la “Laudato Sii”, que nos ayuda a redescubrir la belleza de recoger los frutos de nuestro propio huerto y unos huevos de nuestro gallinero”. Un ejercicio positivo, a la espera del ansiado regreso de los peregrinos que vuelvan a dar vida y a prestar ayuda a la comunidad local, sobre todo a aquella que vive precisamente gracias a los peregrinos.
"En esta situación especial en que nos encontramos se podría decir que el virus ha animado a los frailes a ocuparse de su formación, de cara a la reapertura a los peregrinos y la vuelta a la normalidad", comentó fray Marcelo Ariel Cichinelli, moderador de la formación permanente de la Custodia de Tierra Santa. La finalidad de estos encuentros es fomentar el debate a la luz de todo lo expuesto, y hacer balance de los meses que acaban de pasar, para empezar de nuevo con más fuerza. “Somos una fraternidad internacional y cada uno de nosotros conoce los sufrimientos de su pueblo. En ausencia de peregrinos es necesario que seamos nosotros los que nos hagamos peregrinos en esta Tierra en nombre de toda la comunidad mundial”, afirmó fray Francesco Patton.
En la esperanza de una pronta y feliz recuperación de la vida normal en Tierra Santa y el resto del mundo, que el Señor os dé la Paz.
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