“Han sido días extraordinarios en intensidad, calidad y también desde un punto de vista emotivo, para nosotros los frailes de Tierra Santa. De manera especial, la carta del Santo Padre ha sido una preciosa sorpresa. Para nosotros, los frailes de la Custodia, es muy importante saber que somos confirmados y apoyados por la Iglesia universal (...)
La conferencia del cardenal Sandri fue muy profunda (…) También nos ha animado mucho. Subrayó la internacionalidad de la Custodia y la importancia de que esta internacionalidad sea siempre en forma de Pentecostés, nunca en forma de Babel. Recordó que la internacionalidad es un valor muy fuerte justo aquí donde nació la Iglesia y donde las dificultades a veces son acogerse, comprenderse, escucharse entre pueblos, culturas y lenguas diferentes (...)
El encuentro con el padre Michael Perry tuvo un carácter más fraternal. Nos alentó con su homilía durante la misa que celebró. Con él, sobre todo pasamos un momento de diálogo e intercambio. También subrayó dimensiones importantes, como la de la vida fraterna (…) Hizo un énfasis importante en la conciencia misionera que debemos tener y también sobre la formación permanente, que para nosotros es algo absolutamente necesario(...) Para nosotros representa la presencia de San Francisco hoy. Al reunirnos con el Ministro General hemos revivido aquello que los primeros frailes, llegados aquí hace 800 años, experimentaron cuando el mismo Francisco vino en 1219 a animarles, a promover su misión.
En la organización habíamos priorizado las reuniones con fray Michael Perry y el cardenal Sandri, pero queríamos que fuese un momento de estudio para los frailes de la Custodia y para todos los participantes. Los conferenciantes han contribuido de forma muy significativa, hablando de fray Elías, de Acre en la época de los primeros frailes, explicando los frescos de la basílica superior de Asís, recordando el trabajo de nuestros frailes arqueólogos en Siria. Ha servido para ofrecer una imagen de conjunto y para vincular la antigüedad con la historia reciente.
El objetivo es continuar proponiendo iniciativas de diferente índole en los próximos tres años. En 2019/2020 es el octavo centenario de la llegada de San Francisco a Tierra Santa.
A lo largo de este trienio, entre las celebraciones por los 800 años también se llevará a cabo la inauguración de la sección arqueológica del museo de Tierra Santa en la Flagelación, que tiene un segundo efecto ya que también permitirá a la población local conocer esta historia (…) También una sala en el Christian Information Center que permitirá reconstruir con multimedia toda la historia del área Calvario-Santo Sepulcro y ver cómo ha evolucionado a través de los siglos.
Me gustaría que para la celebración de los 800 años lográramos también entrar en nuestras escuelas, en nuestras parroquias, para hacer entender a la comunidad local que forma parte de una historia que también es la historia franciscana.”
Monseñor Pierbattista Pizzaballa participó también en las celebraciones. Custodio de Tierra Santa durante doce años, y actualmente administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, hace 28 años que vive en Jerusalén, como franciscano y ahora como obispo: “Debo decir que la realidad social ha cambiado muchísimo, pero hay puntos fuertes en la vida de la Iglesia: en primer lugar las mismas iglesias, la presencia de las iglesias que, con todas sus dificultades, continúan con su vida normal. En cuanto a los franciscanos, he visto pasar a varias generaciones: a algunos les he acompañado, a otros les he preparado. Veo mucho entusiasmo y el deseo de servir siempre con la misma pasión a esta tierra. Su servicio a la identidad de esta Iglesia es importante. La identidad de la Iglesia de Jerusalén es local y universal al mismo tiempo (…) Los franciscanos prestan servicio a los fieles locales, en las parroquias, en las escuelas, en el servicio a los peregrinos y en muchas otras actividades diferentes. Son parte de la identidad de esta Iglesia y creo que sin la presencia franciscana esta Iglesia sería mucho más pobre; gran parte de lo que tenemos también se lo debemos a ellos. Estamos todos al servicio de la Iglesia y estamos donde la Iglesia nos ha colocado. Y servir a la iglesia en Jerusalén siempre es una gracia.”
Carta del Santo Padre:
“Para el Reverendísimo Padre Francisco Patton, O.F.M. Custodio de Tierra Santa
He sabido con alegría que esta Custodia, con motivo de los 800 años de la presencia franciscana en Tierra Santa, ha querido celebrar ese aniversario importante y feliz con numerosas iniciativas religiosas, pastorales y culturales, todas ellos orientadas al redescubrimiento de la encomiable contribución de los “hermanos de la cuerda “- como se les llamaba – en los lugares donde el Hijo de Dios se hizo carne, y habitó entre nosotros (cf. Jn 1,14). En esta ocasión, me complace dirigirle un saludo especial al igual que a todos los hermanos, que así mantienen vivo el testimonio cristiano, estudian las Escrituras y acogen a los peregrinos. El seráfico Padre Francisco, en el capítulo de Pentecostés en mayo de 1217, abrió la Orden a la dimensión “misionera y universal”, enviando a sus hermanos a todas las naciones como testigos de fe, de fraternidad y de paz; y así se creó la Provincia de Tierra Santa, en un principio llamada de Ultramar o de Siria. Este ampliarse del horizonte de la evangelización fue el comienzo de una aventura extraordinaria, que llevó hace ocho siglos, a los primeros frailes menores a desembarcar en Acre, donde el pasado 11 de junio, empezasteis las celebraciones del centenario, renovando vuestra adhesión a la llamada de Jesús, en fidelidad al Evangelio y a la Iglesia.
Asiduos en la contemplación y la oración, sencillos y pobres, obedientes al Obispo de Roma, también estáis comprometidos en el presente a vivir en Tierra Santa junto a los hermanos de diferentes culturas, etnias y religiones, sembrando la paz, la hermandad y el respeto. Es bien sabida vuestra disponibilidad para acompañar los pasos de los peregrinos procedentes de todo el mundo a través de la acogida y la guía. Os habéis dedicado a la búsqueda de los testimonios arqueológicos y al estudio atento de las Sagradas Escrituras, atesorando la famosa frase de San Jerónimo, que durante muchos años vivió retirado en Belén: “La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo” (Comm En. Is. Prol:.. PL 24,17).
No quiero olvidar, además de la custodia y de la animación de los santuarios, vuestro compromiso en servicio de la comunidad eclesial local. Os animo a perseverar alegres en el apoyo a nuestros hermanos, especialmente los más pobres y los más débiles; en la educación de la juventud – que a menudo corre el riesgo de perder la esperanza en un contexto todavía sin paz -; en la acogida de los ancianos y el cuidado de los enfermos, viviendo concretamente en la cotidianidad las obras de misericordia. Uniéndome a mis venerados predecesores, comenzando con Clemente VI que, con la bula Gratias agimus os confío la custodia de los Santos Lugares, quiero renovar ese mandato, alentándoos a ser testigos alegres del Resucitado en Tierra Santa.
Sois embajadores de todo el Pueblo de Dios que con generosidad siempre os ha sostenido, en particular, a través de la “Colecta para Tierra Santa”, que contribuye a garantizar que en la Tierra de Jesús la fe se haga visible mediante las obras. De manera especial os sostiene, en nombre del Sucesor de Pedro, la Congregación para las Iglesias Orientales, que en estos días celebra su centenario. Por último, deseo recordaos las palabras de vuestro fundador: “Aconsejo de veras, amonesto y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo que, cuando van por el mundo, no litiguen ni contiendan con palabras (cf. 2 Tim 2,14), ni juzguen a los otros; sino sean apacibles, pacíficos y moderados, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, como conviene”.(Regla bulada , 3, 10-11: FF 85).
Confío la Custodia de Tierra Santa, cada una de sus comunidades y todos los frailes a la protección maternal de la Virgen María y, mientras invoco la intercesión de vuestro santo patrón Antonio de Padua, os imparto de corazón la bendición apostólica.
Desde el Vaticano, 17 de octubre, 2017.”
Gracias, Santo Padre; sus palabras nos alientan a seguir en esta ardua pero preciosa tarea que nos encomendó San Francisco hace ya 800 años. Que el Señor le dé su Paz.
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